El niño de los globos

Embutido en una camiseta vieja,
sus manos sucias y rápidas,
habilmente anudaban
los globos que su padre
-junto a él, en un carrillo-
inflaba.
-Bonitos globos modernos,
Flipper, Minnie,
Daëmon, Novita...
Dumbo con orejas grandes,
y hasta Mickey o Popeye.
Pregonaba en aquél parque,
con su aguda vocecilla...

Los niños se le acercaban
con sus padres y pedían:
-yo quiero aquél, amarillo,
-yo, aquél otro de Popeye,
-Papá, comprame el de Novita.

Los globos se iban vendiendo.
Quedaba uno de Daëmon.
Ahora se acercó otro niño:
-papá, ya no quiero el globo.
-¡hay que ver con este niño!.
Hijo, eres variable, -dijo el padre-.
-Lo tiene todo, -agregó la madre-.
El niño, callaba.
Miró al que vendía los globos.
Y éste, con su camiseta rota
y las manos sucias
de atar tanto globo,
le miró en silencio, mientras sonreía...

Era su manera de darle las gracias.
También de decirle que le agradecía,
le hubiera dejado
el último globo para que él jugara.

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1 comentario:

M. D. dijo...

Amigo Jaclo, que bien describes en este poema la desigualdad en el nacer y a la vez muestras con que poquita cosa puede a veces un ser humano ser feliz.
Me gusta tu estilo de escribir mucho y lo sabes.

M. D.