"El mico". Minicapítulo. I

El Mico, no se había llamado siempre así. Llegó a ello, después de bastantes años. Había sido el cuarto hijo de un cabo de la Guardia Civil llamado Manuel, que ejercía como Comandante de puesto de un pequeño lugar de la provincia de Córdoba. Se llamaba como su padre, pero su retraso en el crecimiento, le proporcionaron el de Manolito. Acostumbrado a la disciplina férrea a que su padre le sometía, debía no pocas amnistías de castigos y tortazos a su madre, de nombre Benedicta.. Sus tres hermanos mayores, eran tres niñas, llamadas: Benedicta, Carmen y Susana.. Se llevaban un año entre ellos y cuando él tenía siete, la mayor, murió de pulmonía. Carmen tenía una pequeña deficiencia al hablar. Susana por el contrario, era muy bella. Él, era -según su padre- el único que mantendría el apellido, pero bastante enclenque por naturaleza, no despertaba demasiadas simpatías en su progenitor. Su madre, intercedía siempre que podía, pero su padre, a la menor ocasión, parecía descargar en él sus frustraciones.
Manolito era bajo para su edad, pero a la vez parecía muy vivo de inteligencia y de él decía el Maestro, que podría estudiar con aprovechamiento. Su padre, pensaba que debía ingresar en cuanto tuviera la edad mínima en la Guardia Civil, pero a la vista de su poco desarrollo físico, había veces que pensaba no lo darían siquiera por apto para ello. De todas maneras, decía a quien quería oirle, que "mientras no creciera, estaba en espera de destino". A él, no le apetecía en absoluto ese destino y prefería arrimarse al cura y ayudándolo en la Misa, lo podíamos encontrar a diario. A su padre, no le hacían demasiada gracia las aficiones del hijo, pero como las notas de la Escuela eran buenas, no podía oponerse del todo a que frecuentara a diario la iglesia, aunque pensara que estaba perdiendo el tiempo. Su madre por el contrario, lo animaba a que acudiese allí y se mostraba muy contenta cuando los domingos lo veía en la Misa ayudando al Párroco. En esos días, viendo a su padre de uniforme y a su madre con sus hermanas, se sentía importante, sobre todo, cuando al reservar el Santísimo, un humo oloroso salía del incensario que le ofrecía al celebrante y que éste con dos o tres movimientos precisos, hacía salir en un momento.
La vida de Manolito, era muy sencilla. Todos los días excepto los de fiesta, idas y regresos desde su casa que estaba dentro del cuartel, a la escuela y a la iglesia. En ésta, se encontraba a gusto, a pesar de que no tenía excesiva afición a los santos y mucho menos a la vida austera que llevaba don Jerónimo -el cura-, pero era el sitio donde menos le obligaban a hacer nada que no quisiera hacer. Don Jerónimo, lo estimaba mucho y trataba de ayudarle en los deberes, aunque últimamente se estaba volviendo algo pesado, insistiéndole en que se decidiera a estudiar unos años en el Seminario, para llegar a Sacerdote y eso a él, con no poder casarse, no le hacía demasiada gracia. Su madre le animaba, y veía con satisfacción esto consejos del cura, pero a él no le agradaban y acabó por dejar de ir por allí. Y eso que hasta cuando tenía que contestar en latín algunas preces, lo hacía sin cometer demasiados disparates...
Cuando murió su hermana, se quedó muy triste y le preguntaba al cura, que por qué Dios se la había llevado. Aquel, le decía que porque la quería mucho y entonces, Manolito replicaba:
-Pues yo no quiero que me quiera entonces a mí.
El cura hacía como que se enfadaba y le preguntaba:
-¿Pero qué sabes tú, de los planes de Dios?¿Cómo te atreves siquiera a pensar eso?
-Don Jerónimo, yo no quiero morirme.
-Pero, bueno, ignorante. ¿No crees que lo que tu quieras o nó, nada tiene que ver con los designios de Dios en Su inmensa sabiduría?
-Don Jerónimo, yo no sabré nada y mi padre dice que no sirvo para nada, pero no quiero morirme como mi hermana...
-Manolito: Dios es nuestro padre y Él sabe siempre lo que mas nos conviene
-¿Y por qué entonces mi hermana se ha muerto?
-No te quepa la menor duda de que ha sido lo mejor para ella aunque no lo comprendamos.
-Pues yo no lo entiendo, porque si hubiera sido mi hermana Carmen, que tambien decía mi padre que no servía para nada...pero Benedicta que ayudaba a mi madre en casa tanto...
-Eres un completo botarate y no me extraña que tu padre diga esas cosas de tí. Vamos a rezar unas Aves Marías y verás como te quedas mas tranquilo. Dios te salve, María....
-Don Jerónimo, yo creo lo que Vd. me dice, pero no quiero morirme y no se por qué se ha tenido que morir mi hermana, pero si es así, ¿por qué no le dice eso a mi madre para que deje de llorar todo el día y a mi padre para que en vez de estar malhumorado siempre, se ría en vez de pagar conmigo su tristeza?
-Eres mas bruto de lo que creía. Si sigues así, no vas a poder entrar en el Seminario. Anda, vete a casa y piensa lo que te he dicho, pero antes, recemos esas tres Aves Marías...
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