Instantes, sonidos, lugares...

En cualquier momento,
inesperadamente,
un mundo
distinto,
intemporal,
se te abre
y te vuelve
a otros días,
otras vivencias,
otras horas,
otra luz...

De improviso,
contemplando;
una esquina,
un balcón,
oyendo unas notas
de una melodía
o las palabras
tal vez ni pronunciadas,
un universo se te abre...

Quizá un rayo de sol
de una manera
proyectado,
o una sombra que se
forma,
irregular,
pero guardando
semejanza
a la de otra ocasión...

Te embute
en el agujero negro,
de un fuerte ciclón
y te sientes
en la otra vivencia
y ahora da lo mismo,
que sea grata o nó...

Y mientras
permaneces dentro,
sin medir el tiempo,
-en ocasiones, corto,
otras sin medida posible-
porque...
¿Qué aparato servirá
para medir una emoción?
Y una emoción
que te transporta
sin moverte del lugar,
pero trasponiendo
mundos...
¿Puede medirse en el tiempo?
¿Y por otra parte,
no nos dicen que el tiempo,
es la cuarta dimensión?

A veces pienso
que como los remolinos
del agua,
en el Austral
giran de otra manera...
¿No girará también
en otro sentido
-según en qué lugares-
nuestro pensamiento
dando alas
a nuestra imaginación?

Además:
¿Quién, sumergido
en un remolino,
tiene el pensamiento frío,
para calcular
la velocidad de giro
en que se siente inmerso,
por un torbellino
que no le deja
apenas libre,
mas que las ideas
y la respiración?

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Tormenta

Se menciona
la tormenta,
como negros
nubarrones,
que a veces
estallan
y otras
nos anegan,
pero esas palabras
parece que la
desprecian
y sin embargo,
bella es la tormenta.

El aire se limpia,
las hojas
de los árboles,
después
de ella,
lucen mas verdes,
más brillantes,
mas tersas.

El aroma
es otro
y hasta las coníferas
que parecen
las menos
tiernas,
exhalan su perfume
que te envuelve
y te rodea...

El oxígeno,
partido en su
íntima esencia,
te embriaga
y te entra
por la nariz
que aspira,
deleitándose
cadenciosamente.

Y te sientes ágil
y miras las nubes
que han regado
la tierra
y aunque
sigan siendo negras,
no te son hostiles.

Simplemente,
perdieron potencia
sean hectólitros
o incontables voltios
que casi siempre
impresionan
por su inmensa
fuerza...

Pero estas
iras salvajes,
que no se dejan
manipular,
suelen
ser breves,
pasan
y refrescan
y además...
¡Suelen ser, tan bellas...!

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Casi siempre

Casi siempre
-por no decir
en todas las ocasiones-
cuando llega
el, la, lo, los, las,
esperado (a), (s),
tiene menor
importancia
de la pensada.

Y entonces,
te das cuenta
si te preguntas,
con esa forma
de preguntarte
que tiene
siempre por
respuesta
-aunque duela-
la verdad,
que no merecía
tanto la espera...

Y por ello,
que mas que
cuando en realidad
llega,
tiene mas importancia
la espera,
o llamada de
otra manera:
La víspera...

Bendita ilusión,
que nunca
muere,
porque siempre
espera...

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Pregunta casi oida.


No sé,
si era el silbido
del viento.
Quizá solo era
que creía
oirte.
Como siempre
y habituado
a tu quieta
presencia,
no te miraba
demasiado.
Pero oí
un sonido
no identificado.
No sabía lo
que era,
pero al momento,
te miré
y ví tu insatisfacción
que yo no presentía...
Hasta ayer
no tuviste inquietudes,
pero hoy...
¡Ay, hoy,
en que aparcó junto a tí
una bicicleta..!
Viste que eras distinta,
que estabas fijada
al suelo
y que aunque fueran
raudos tus pedales,
permanecías
en una quietud
inmensa,
y -te aterrorizaste-
posiblemente eterna,
en la que no habías pensado...
y entristecida
te confiaste al viento
y como en un desgarro
en que se te iba el alma,
creí oir
una pregunta,
en que latía una pena
que nunca antes oyera:
¿Por qué yo
no tengo ruedas?
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Inconstancia

Admiro la vida...
Pero es otra cosa.
Es ver cómo pasa,
porque ya está ida...

¡Es todo tan simple!
Son cosas que pasan.

Hay días en que
el viento,
sopla de Levante.
Otros el Poniente
es el que domina...

Somos variables
como el viento;
a veces, intenso,
otras más calmado.
A días turbulentos.
En otros
dormido todo sentimiento...

Y si somos agua
en una gran parte,
¿como estar iguales
a influencias varias?

Cual móvil
aguja de cualquier
barómetro,
permaneceremos
poco tiempo
sobre la marca fijada...

Somos variables.

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Sevilla

Esquinas
en las que el viento
voltea.

Calles
estrechas
en las que la sombra
protectora
te envuelve
y te refresca.

Cielo azul
que sobre tí:
te ampara,
te cobija
y te alberga.

Conjunto
que si estás
de la ciudad
te hacen vivir
con su esencia.

Si en cambio,
fuera
te encuentras,
te doblarán el deseo,
de volverte
presto a ella...

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Breve romance antiguo


"Hércules me edificó,
Julio César me cercó
de torres altas
y el Rey Santo me tomó
con Garci Pérez de Vargas"
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(Fotografía de las Columnas de Hércules en la Alameda del mismo nombre en Sevilla)

Reflexión


A veces pienso
cuando veo
unos raíles
paralelos,
que es el mejor
símil de
la indiferencia;
de dos mundos
muy iguales,
pero que no se acercan.
Que mantienen
una distancia,
que les interesa,
que les influye
por completo,
porque sin aquella,
no serían ellos.
Tendrían otras
vivencias...
Y como ellos,
los humanos
con nuestra coraza,
con nuestra
apariencia,
con la pose marcada
del interés propio,
a veces
hasta de la incompetencia,
no deseamos salirnos
de las pautas marcadas
sin acercarnos un ápice,
no sea que perdamos
y eso no se contempla...
Railes de no se sabe donde
vienen,
de ignorado destino,
paralelos
hasta el aburrimiento,
tan solo en un cruce
palpareis a otro.
Siempre solos.
Ese es vuestro destino.
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Dualidad armónica



La luz casi inmisericorde, aplasta y el sol cegador, hace que las paredes se resquebrajen y que lleguen incluso a cuartearse, cayendo. Sin embargo, la vida, presente en las palomas que buscan la sombra del pequeño saliente, muestran que aquel calor, ahora casi insoportable, hizo germinar las plantas, como muestra la rama de naranjo que a pesar de la alta temperatura alcanzada en las muchas horas que lleva de insolación, muestra el verde perenne de sus hojas, en las que la savia sigue circulando. Sobre la veleta -con un rústico mapa de España- que señala un cálido levante, podemos observar también, la figura pequeña de un gorrión urbanita, que hace un descanso sobre una cruz metálica que tiene que estar a bastantes grados de temperatura, por lo que este posado, se supone breve. Como atalaya, debe ser extraordinaria, pero no tardará mucho en quemarse las patas y emprenderá el vuelo, posiblemente en busca de agua en la que refrescarse. Estamos en el mes de Julio y en Sevilla la temperatura ambiente es muy elevada. Falta por comentar lo agradable de la sombra que proyectada por el muro, se te ofrece acogedora...
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Murallas


Algunas mañanas,
con el sol apenas
levantado en el horizonte,
cuando las sombras
de los árboles,
son todavía largas y
casi en solitario,
se puede pasear
junto a las murallas,
se respira paz
y aroma y humedad
de hierba cortada,
te llegan
a la garganta.
Parece mentira
que esas murallas,
llenas de quietud,
fueran escenario
de asedios,
de escaramuzas,
de lluvias de flechas
desde ellas lanzadas...
Que desde donde
miro,
no podría estar mirando
sin que una ballesta
me apuntara
en épocas pasadas...
Son torres muy fuertes,
pienso que asediarlas
sería una proeza
que infinidad
intentaría
sin poder ganarlas...
Este silencio de ahora,
extraño en toda batalla,
es como un tributo
a los que cayeron
viendo como el triunfo
se les escapaba...
Mas, la vida es eso:
permanecen las murallas
y nosotros
si nó en un combate
o en una batalla
concreta y determinada,
día a día batallamos
y de nosotros,
por mucho que presumamos,
ni una sola piedra
quedará
alzada...
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Autobús urbano

Ayer,
en el autobús,
distraidamente
pasé la vista
por los pocos pasajeros
que iban como yo
en ese recorrido
y a esa hora.

Situemos
un poco lo anterior:
Cinco y treinta de la tarde,
linea de un barrio
cuasi marginal
al centro de la población,
refrigerado ambiente,
pero en la calle,
sofocante calor.

Dos chicas jóvenes
pizpiretas,
camino de su trabajo,
posiblemente
en una tienda de
moderna confección.
Tres turistas despistados
que sin saber cómo
ni donde estaban
habían llegado
desde muy lejos
y se le había quedado cara
de interrogación.
Dos peruanas,
hablando contentas
pero con cara seria,
de su trabajo
con gente mayor.
Un inmigrante moreno
que por las trazas
y el miedo de la mirada
carecía de papeles
aunque tuviera
documentación y
que portaba un
pañuelo enorme
donde llevaba posiblemente
cientos de CDs
con la última canción...
Tres chavalotes
con aparatos
de esos de música
que son pequeños
y tienen un sinfín
de músicas, de esas
que hacen bailar
en perpetua contorsión,
que sacaban tiempo
para hacer guiños
a las dos pizpiretas
que maldito el caso
que les hacían las dos...
El conductor aburrido
haciendo tras largas horas
las mismas curvas
en las mismas calles
deseando que llegara la hora
del relevo
que no acababa de llegar.
Y mirando todo,
en silencio
y sin describirme:
yo.

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