Observando.


En las hojas flotantes del nenúfar,
una rana pequeña,
aprende de otra mayor,
mirando como ésta,
acecha inmóvil
a un despreocupado caracol.

Y éste, ignorando los peligros
y la para él incomprensible
armónica proyección de las volutas
espirales de su casa,
que se puede expresar
algebráicamente
en una ecuación,
simplemente y con la felicidad
que proporciona la ignorancia,
se limita a disfrutar del sol.

La planta, que con sus hojas
proporciona soporte,
como islas de un día sí y otro no,
ahora, también
sin entender de fases evolutivas,
almacena rayos de luz,
para que su clorofila la tinte
del verde que vemos
sin mayor preocupación...

Sólo el paseante, abrumado
por sus pensamientos,
al mirar estos eres sencillos
encuentra descanso,
quizá tratando de imaginar una gráfica
que exprese aquella situación...

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Contemplando.

Mirando el fuerte chorro
de agua que cae al estanque
formando turbulencias,
nos es dado contemplar
otra dimensión, dentro de la nuestra,
en la que viven, distintos
y dependientes de nosotros
-aunque no lo sepan-
otros seres, que simplemente nos temen
y posiblemente nos detestan.

Las carpas del estanque,
vistas como masas oscuras
bajo el agua, acuden presurosas
a las migas de pan que a él se arrojan
con displicencia.

Los patos, coexistentes con aquellas,
participan de una doble vida,
terrestre y acuática, según les parezca.
y también acuden apresurados
ante la noticia: cae comida nueva...

Las palomas, zurean y giran
y también si ven alguna migaja de pan,
un vuelo corto para tomarla,
perfilan y su temor en su pequeño corazón
encierran...

Sólo los gorriones, más inquietos,
más desconfiados
-porque nos conocen-
no se fían y en cortos vuelos
para aprovechar alguna miga,
en un recorte rápido,
dan un descanso a su piar
y con el pico la toman a porfía
huyendo de inmediato...

Y a veces un pensamiento surge
intermitente y sin respuesta:
¿En qué estanque sin agua
pero lleno de aire,
estamos inmersos los humanos?
¿Mirarán nuestros movimientos
-que no pensamos dirigidos-
los que nos echan las migas
por las que disputamos
sin que podamos verlos?...
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Disconformidad.


En el más elemental sistema compuesto,
puede observarse la disconformidad
entre sus elementos.

Por ejemplo;
en una bisagra, cuyo unido conjunto dispar,
permite el previsto movimiento,
el eje giratorio -nómada eterno-
es envidiado por los tornillos
fijados y quietos, que a veces le increpan,
diciendo:
-¿Nosotros qué hemos hecho
para estar constantemente
atornillados sin poder movernos?

Las hojas de la bisagra les responden:
-No sabéis lo que esto.
A cualquier hora del día o de la noche
nos obligan a movernos
y a veces sin grasa deslizante,
lo que nos provoca un dolor intenso,
pero lo peor de todo, es
que sabemos, que nunca acabará esto y
pensamos que una y otra vez, la puerta
a la que servimos, seguirá
cerrando y abriendo...

Y ante eso me pregunto:
¿Qué es mejor, desgastarse dolorosamente
viviendo,
o conformarse con seguir adormecido
sin dolor, pasivo y quieto?
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He leído...


He leído en tu tronco cercenado,
la vigorosa resistencia que opusiste.

Se me representó al ver tu muñón
con marcas múltiples,
la dificultad que ante tu altivez
encontró el instrumento que te atacaba,
que aunque pequeño de forma,
mordía con sus dientes de acero,
haciendo cada vez más profunda la herida
en tu corteza, inútil ante él, para protegerte...

Pienso, que si era inevitable morir,
te hubiera causado menos dolor
ser abatido como los árboles antiguos,
bajo unos simples hachazos
que te hubieran hecho caer
a todo lo largo de tu altura,
con el ruido ancestral
al reposar sobre la tierra, pero...

Quizá un día no lejano, seas parte
de algo que ennoblece tu madera,
dándole un sentido elevado a la existencia que tuviste...

¿Te imaginas, siendo parte de una librería
que sostiene tomos en los que se guarda
parte del saber, primorosamente encuadernados?

¿Quizá tu sacrificio fué recompensado
al haber sido la materia en la que un imaginero
talló una escultura que se admira?

¿Y si tu madera formara parte de un laúd
o una guitarra, dando resonancia
a unas cuerdas que armónicamente vibran?

Quizá sigues siendo generoso
y en un sacrificio más, tus trozos calentarán
los pies ateridos de un niño
o de un anciano en el cercano invierno...

Al verte: sacrificado árbol de un paseo,
quiero pensar que tu sacrificio
al menos fue útil
y no que fue por la causa
de que tus enormes raíces
ocasionaran gastos
al romper el acerado...

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Arte mínimo.


De entrada, creo que no existe arte mínimo. Cualquier manifestación artística, es máxima porque expresa de una manera u otra, una forma de representar una idea, un sentimiento, una impresión o cualquier otra abstración que se plasma de la manera que la persona que desea hacerlo, considera más idónea. Sin embargo hay concisas formas de manifestarse y en este caso es cuando podríamos denominar el resultado, como mínimo o pequeño.

Este candado, que es uno de los numerosos que se encuentran cerrados en las barandillas del Puente de Triana en Sevilla, podría corresponder al llamado arte conciso o mínimo. En él, podemos observar unos trazos rápidos, que nos sugieren los arcos califales bicolores, inconfundibles de la Mezquita de Córdoba. El autor, ha sabido transmitir con unas sencillas lineas a rotulador, un ambiente ya sea para él, familiar, afectivo o simplemente nostálgico. Por si fuera poco, está colocado en la barandilla que mira hacia el nordeste, por lo que además parece que desea indicar que sus pensamientos en ese momento, se encaminaban hacia aquella ciudad. Sea quien fuere el desconocido autor, no puede haber expresado con menos trazos una idea más clara.

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Contraste.

Unas lineas solamente, que quieren expresar mi pesar, por el trágico suceso de ayer en Castelldefells.
La noche de san Juan, que se relaciona con alegría ancestral de tantas cosas y entre ellas las ligadas al advenimiento de las cosechas y la llegada del verano; celebrada con el desenfado característico de la juventud, ha traído este año el contraste de la tragedia para unas familias que nunca podían suponer unos minutos antes lo que les esperaba.
Sin entrar en los detalles o causas desencadenantes, vaya desde aquí, mi pesar.
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La mirada.


La mirada, -mi mirada-
se proyecta entre los falsos barrotes
de tubo de la cancela moderna;
ignorando sin despreciar la pared nueva
y fijándome al paso,
en la vieja muralla descarnada,
situada a mi izquierda...

Pero dura poco la detención
para observarla.
Sigue para pasar bajo el arco morisco
y aún admirándolo,
lo traspasa para llegar al ajimez
que al fondo, vela con vidrios
de colores, la visión de un jardín
del que el dueño del lugar,
se reserva la contemplación
de su belleza...

Y supongo que habrá quien al pasar
por la funcional cancela,
no piensa que al fondo,
casi invisible si no se busca,
hay una armónica paz
de silencio y arbustos cuidados
con flores que embriagan
y el ambiente impregnan con su aroma
adivinándolas más por el olor
que por realmente verlas...

Y una vez más,
la ilusión se sobrepone
a la realidad de la materia...

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Y aquella esquina...


Y aquella esquina
diferente,
en la hermosa plaza
inundada por el sol,
reflejando la luz que choca
con fiereza en la cal blanca,
hiriéndola con su enorme fuerza
apenas amortiguada
por la nota de color de unas tímidas flores
y el verde desvaído de unos árboles
que bajo el calor del verano,
casi te abrasa...

Y allí, en aquél amplio espacio
inundado y cegador,
se abre la tupida celosía,
de un pequeño torreón,
que nos hace imaginar,
tras los diminutos cuadritos
como losanges en que se refugiaran
miradas intensas desde ojos oscuros,
en caras espectantes,
que apoyadas en las maderas cruzadas,
desean mirar sin ser vistos...

Pero aunque sean sólo intuidos,
piensas que siguen tus pasos
en tu errante caminar...
Y cuando te paras
y hacia la celosía levantas la mirada,
imaginas que desde allí,
en una penumbra de luz amortiguada
se preguntan si ves algo,
ignorando,
que sólo con imaginar lo que no captas,
sientes tu curiosidad pagada...

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Siluetas.



Recortando su figura esbelta
sobre el azul del cielo,
he visto esta mañana
la silueta de un gato negro,
que al pronto
-y a pesar de su tamaño-
creí de carne y hueso.

Cerca de allí, en el mismo solar
y esta vez sobre la pared blanca,
el perfil de una niña
de larga melena se recortaba.
Y rodeándola,
unas airosas golondrinas
simulaban su vuelo en recortes
acompañándola.

Me quedé un rato mirando
y pensé en lo que el artista
con su imaginación,
sin pretensión alguna,
humildemente,
pero lleno de belleza
me regalaba...
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Acerca del 6.


La Geometría se puede ver. Utiliza formas representables. No necesita en principio abstraciones. En el caso concreto de la figura del exágono regular, están a la vista y se pueden comprobar unas particulares relaciones entre sus elementos -ángulos y lados, así como radio de la figura- en las que existen unas medidas relacionadas que son facilmente convertidas en números.
El exágono regular, está presente en la Naturaleza en numerosas ocasiones. El panal de las abejas lo utiliza como base de sus construcciones. Presenta el ángulo interno de 120º, que permite adosar elementos iguales, para construir una figura compuesta de la forma que se desee; o sea más apropiada. Es curioso, observar que permite al tiempo, volver a la forma piramidal o triangular, si a cada fila horizontal, se le va sumando un elemento, consiguiendo una serie de abstraciones -números- de las que se pueden obtener series muy determinadas. Así, la 1, 2, 3, etc. y si se suman la primera con la segunda y ésta con la siguiente, etc; se obtendría la nueva serie de los llamados impares: 1, 3, 5, etc.
Por si no existieran bastantes coincidencias entre el exágono regular y el triángulo equilátero obtenido de aquél, que se forma uniendo un vértice sí y uno nó del exágono, se observa que la superficie del triángulo, es exactamente la mitad de la del exágono. No es necesario medir ni contar. Bastará doblar hacia adentro por las lineas del triángulo los trozos que quedan desde ésta a los vértices del exágono y podremos comprobar que coincidirían los tres en el centro del triángulo.
Bien sabido es, que el radio de la circunferencia en que siempre se puede suponer inscrito un exágono regular, es igual en medida a su lado y que trazando los tres diámetros que unirían vértices contiguos del exágono, obtendríamos seis, (otra vez seis) triángulos equiláteros, que precisamente por serlo, serían también equiángulos, siendo de 60º cada uno de ellos.
Si queremos seguir obteniendo correspondencias gráficas, podemos trazar a cada uno de estos seis triángulos, su linea de altura, que también sería, la llamada apotema del exágono, que se convierte en bisectriz del ángulo que divide en dos partes iguales, observando entonces, que en cada triángulo se habrían formado otros dos, iguales entre sí y en este caso rectángulos, que tendrían por lados; el radio de la circunferencia, la llamada apotema y la mitad del lado del exágono, o lo que es lo mismo del radio, por lo que podríamos demostrar que en el triángulo rectángulo, que por supuesto tiene un ángulo de 90º, otro de 30º y el tercero de 60º, en cuyo caso, la hipotenusa (radio de la circunferencia), siempre sería el doble en medida del cateto menor (mitad del radio o lado del exágono).
También, el 6, desde el punto de vista numerológico, representa los dos ternarios. (3 x 2), representado por dos triángulos equiláteros del mismo tamaño, uno de ellos en posición normal y el otro invertido que se entrecruzan, formando la estrella de seis puntas o Hexagrama.
En el Tarot el 6, es la sexta lámina - la de los Enamorados-.
Si se eleva el seis al cuadrado, se obtiene el número 36, que es el atribuido a la palabra separación que indica la que existe entre la luz y las tinieblas y es raiz de la piedra preciosa o árbol denominado Bedellium. Este árbol, situado en el este del Edén, se consideraba regado por los iniciales cuatro ríos. Su número sería el 4 x 36 = 144, o número de la proposición primitiva, opuesto al que se obtiene multiplicando el citado 36 x 6, que nos daría el 216, (cubo del seis), que es el de la posesión personal. "Casualmente" el 144 es el cuadrado del número 12, "casualmente también", formado por el número 6 multiplicado por 2.
Las analogías del número 6, podrían continuar, pero la brevedad del espacio, no hace posible ir mucho más allá.
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Saramago


Los grandes hombres, no necesitan ni de nombre siquiera. Se lo labran con su hechos. Este Premio Nobel de Literatura del año 1998, tuvo hasta un apellido que no era el suyo propio y por las circunstancias que fueran, fue inscrito en el Registro civil, con una especie de apodo al parecer de la familia.
No voy a hablar de su infancia, ni de su trayectoria personal. Simplemente rindo un tributo -innecesario por otra parte- al escritor, dramaturgo y poeta, que inicialmente destinado a una profesión técnica, cuyos estudios que dejó inconclusos al parecer por dificultades económicas, trabajó durante años en diversos menesteres, dedicando el tiempo que podía a leer ávidamente lo que caía en sus manos y a escribir con intensidad. Pasa el tiempo y consigue además del Nobel ya citado, numerosísimas distinciones en forma de Premios o nombramientos por Instituciones y Academias.
Utópico en ocasiones, como en su idea de "Iberia unida" y siempre al lado del más necesitado, sus escritos, encierran una lectura que no deja indiferente. Fue nombrado en 2007, Hijo Predilecto de Andalucía, a la que estaba muy ligado por ser su esposa actual la periodista Pilar del Río, natural de Castril en la Provincia de Granada.
Descanse en paz, aquel que escribió:
"...Pero avanzar no es hacer jornada,
ni pintura será el color que no se inscribe..."

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A veces estoy seguro...

Me han dado a leer un poemario
que va a publicar su autora
inminentemente...

Algunos versos, los conocía,
otros, no los entiendo
pero hay frases,
que tienen tal fuerza
al presentar un recuerdo,
o que desnudan sentimientos
tan íntimos,
que muestran sencillamente
un universo,
en el que el ser humano,
con sus virtudes,
con sus carencias,
con sus miedos
en largas noches oscuras,
aunque lleno de dudas,
sabe encontrar la esperanza
en los peores momentos...

Y es ahora, después de leer
algunos de esos versos,
cuando se, que no podré
sin emocionarme,
volver a leerlos...

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No se si era...

Hace mucho tiempo
leí un poema.
no se si era una jarcha
0 un zéjel, 0 una qasida.
Me es igual.
Tampoco recuerdo si lo escribió
Mutamid, o Ibn Jaldún
o Wallada. Decía:
-perdida su frescura en el tiempo ido-
"tus ojos negros,
son el laberinto
en el que sé que me perderé
irremisiblemente,
pero aunque lleno de temor, sólo sé
adentrarme cada vez más en él,
aún a riesgo de no saber salir..."
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Nota:
¿Qué más dá quien lo escribiera y si en realidad lo hizo?

La pregunta...


He pasado por la fachada del Ayuntamiento de Sevilla, que da a la llamada Plaza Nueva, en la que existe una estatua del rey Fernando III de Castilla y de León, conquistador de la ciudad a los musulmanes.
Mi mirada se bifurcó y captó en un lado, la estatua del referido rey quien tras un largo asedio por tierra y agua, desde el Castillo de las Malas Mañanas en Alcalá de Guadaira y por el Guadalquivir, tras la rotura del puente de barcas, por el después llamado Almirante Ramón Bonifaz, conquistó la ciudad.
Girando la vista desde su estatua unos 180º, se puede observar la fachada antes citada del Ayuntamiento de Sevilla, antiguo Convento de san Francisco y posteriormente sede de los caballeros Veinticuatro que regían la ciudad.
Y allí, en la parte superior del edificio, más arriba del lugar en que se sitúan las banderas locales, de la región y de la nación incluso, veo colocada otra con los colores del Arco Iris.
Ciertamente, desde el siglo XIII, han pasado muchas cosas, pero creo que el rey Fernando III, viéndola, se preguntaría quizá, si a la mayoria de los sevillanos de ahora, -con todos los respetos para cualquier opinión- nos gusta que esté allí colocada...

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A diario...

Todos los días, desde que se jubilara como Maestro en aquella pequeña población, había tomado la costumbre de ir paseando hasta la estación del ferrocarril por la que minuto más, minuto menos, pasaba sin parar el tren rápido de las 9 y 47, que procedente de Madrid, se dirigía a la capital de su provincia.
Una de aquellas mañanas, el cambio de agujas manual de la estación, tuvo un problema mecánico y mientras duró la reparación de la avería, tuvo ocasión de conocer a algunos viajeros que bajaron del tren y permanecieron en la rústica cantina de la estación, que por un día acogió a más personas que posiblemente hubieran pasado por allí en un año. Cuando se fueron, dejaron bastantes restos de su paso: latas abiertas y vacías, envueltas de bocadillos, magdalenas y otros dulces, etc. etc. También había un periódico en francés, que se apresuró a tomar. En él varias fotografías de playas de la Costa Azul, comentarios y reportajes, así como diversas noticias, que le permitieron poner en práctica sus casi olvidados conocimientos de aquél idioma. En una página se incluía un cupón, que enviándolo a unas señas de Paris, hacía entrar al remitente en un Concurso con varios premios de viajes y otras cosas, como pequeños electrodomésticos. Tan sólo pedía, que expresara el lector; qué sección le agradaba más del periódico y cuál era el motivo de ello.
Ya en su casa, leyó detenidamente las 46 hojas del enorme magazín y contestó que el artículo muy documentado sobre el laberinto alquímico situado en Nôtre Dame de Paris y el relato sobre la muerte del Gran Maestre Jacques de Molay en la Isla de la Cité para acabar con el Temple.
Echó la carta al correo y siguió con su costumbre del paseo diario a la Estación. El trén pasaba todos los días y como siempre, no paraba allí. Las semanas seguían sucediéndose unas a otras sin mayor novedad, aunque sí había habido una para nuestro personaje: Se había suscrito al periódico y aunque en la primera ocasión en que participó en un concurso, no le premiaron, seguía participando, no sólo en todos los que veía en el periódico, sino que además, jugaba al ajedrez con personas que en la sección correspondiente, había conocido a través del periódico.
¿Quién le iba a decir que una avería del cambio de agujas, iba a representar tanto para él?
_____________
(fragmento de "A diario" 1998)

Vibraciones..



Al contemplar el jardín,
en el que abundantes plantas
enseñan sin recato alguno
sus bellezas más internas,
siento dos emociones yuxtapuestas:
la de las flores en sí,
con sus colores y aromas
y las producidas por vibraciones,
que transformadas muestran...

Y si aplicas un poco de interés,
captarás la luz origen, reflejada
en rojo, o verde, o azul, o blanco,
intuyendo otros muchos que no te llegan,
mientras el aroma -en este caso-
de las humildes pero bellísimas petunias,
describiendo ondas invisibles,
te llegará con intensidad,
como pequeñas olas
que al romper en la playa,
te salpican, envolviéndote
con su esencia persistentemente
y cuando de allí te marches,
parecerá que quedó -como ellas-
fijado en el lugar al suelo,
pero te equivocarás,
porque el breve reciente
recuerdo olfativo y cromático,
contigo lo llevas...

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Resbalando la mirada.




A veces -por no decir casi siempre-
mientras los ojos se ocupan de ver,
los pensamientos se disparan.

Y en otra cosa diferente piensas
estableciendo correspondencias,
con situaciones dispares
que solo tienen referencias comunes
en la distancia...

Así un viejo rótulo en azulejos
de un antiguo almacén,
que deja constancia
de quien lo edificara un día,
en la fecha indicada,
que está escrito en minúsculas,
pero al fín, en siglas romanas
nos lleva a una época...

Pero, más arriba
y desde nuestro ángulo,
en el mismo encuadre
saltamos los siglos
como si fueran segundos
o tan solo unos granos de arena
en una super veloz clepsidra
sin importar distancias...

Y como si fueran de la misma época,
vemos sobresalir almenas
de la Torre del Infante
de vida azarosa,
que fue muerto en Toledo,
al ser acusado de tener amores
con una bella y joven viuda:
su madrastra...

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Notas:

El rótulo dice: "Este edificio lo mandó construir Nicanor Balbotín y Balbás para almacenes de la Compañía Singer. año mcmxiii"
La Torre, obviamente es la denominada de don Fadrique.

En la mañana.


En la mañana, la luz
se enseñorea en la vieja torre
y hace resaltar el contraste,
entre la argamasa requemada
por los siglos
y el brillante verde nuevo
de pocos días -o quizás horas-
del árbol que apoya
en ella sus espigadas ramas...

Y casi se escucha debilmente
el diálogo casi imposible
-por sus diferencias-
entre la vieja tierra enhiesta
y las hojas verdes de la planta
y sin embargo, más arriba
el azul límpido del cielo
haciendo de unión entre ellas
las cobija, las cubre
y les sirve de dosel
a ambas...

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De lo pequeño...



Hoy, ha salido en Sevilla la procesión del Corpus Christi. En ella, numerosas personas por su representación en la ciudad, Cofradías, Autoridades, pertenecientes a Organismos y Corporaciones civiles, militares o religiosas, además de religiosos y seglares que se suman al cortejo, acompañando a una serie de imágenes de los santos Isidoro, Leandro, Justa y Rufina o el también rey Fernando, que unidos en sus pasos a otros con un Ostensorio, la Inmaculada y un niño Jesús, dan realce a la extraordinaria Custodia de Arfe en la que va lo que para los católicos es el Cuerpo de Cristo.
La Custodia de Arfe, es un encaje en plata que a modo de templete, presenta cuatro cuerpos bien diferenciados en sus casi cuatro metros de altura. Así, el cuerpo superior, está coronado por una representación de la Fe y debajo la Sma. Trinidad. El cuerpo tercero, lleva la representación del Cordero eucarístico. En el Cuerpo segundo, va un viril con el Smo. y diversos santos, relacionados de alguna manera con Sevilla, como santas Justa y Rufina, san Isidoro, san Leandro, san Hermenegildo, san Sebastián, san Servando, san Germán, san Laureano y san Florencio. En el primer cuerpo, se encuentra una Inmaculada Concepción y la representación de 36 escenas del Antiguo y Nuevo Testamento.
Y todo esto, con ser mucho -más que eso- siendo grandioso y presentando una belleza formal y una estética única, obra de arte del genial Juan de Arfe que vivió en el siglo XVI, Hay temas mucho menos importantes que me traen recuerdos imperecederos. Uno de estos; el aroma a campo que transmite al aire, la alfombra de plantas olorosas extendidas por el suelo para que sobre ella, pase la comitiva y como después de que ésta haya pasado, la certeza de que la mañana del día del Corpus en Sevilla, tiene un aroma y una luz distinta, que potencia y acerca el recuerdo en la distancia, magnificando las cosas pequeñas, como lo es llevarte a la nariz y aspirar un trozo de romero, como cuando ibas de la mano de alguien que ya no está, que te explicaba lo que desconocías...
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Inesperadamente.


Inesperadamente,
se desplegó ante mí,
con toda su carga de sencilla
ingenuidad,
el país de un abanico
que manteniendo unidas sus varillas
pintadas,
mostraban el destello cegador
de una evocación dormida
pero no olvidada...

Y de improviso me volví a ver
en aquél lugar encantado,
mientras de nuevo contemplaba
una vez más, la Colina Roja
envuelta entre las verdes frondas
y las cumbres del Mulhacén y Veleta,
que respondían
a los últimos resplandores de la tarde,
reflejando su nieve blanca ...

Y volvieron los recuerdos
y me llegaron otra vez,
nítidos y plenamente sentidos:
evocaciones, vivencias, personas...
idas, vividas, pasadas,
algunas tan solo presentidas
otras, quizá solo imaginadas...

Y otra vez, contemplaba marcharse el sol
como si estuviera allí,
buscaba el descanso
que siempre se encuentra al oeste,
quizá por esas luces anaranjadas
que muestran las tardes al irse,
mientras las sombras
poco a poco se alargan...
y al mirarlas, irremediablemente
nos sentimos algo melancólicos
y un poco mayores que éramos esa mañana...

Y otra vez, me veía
en San Nicolás, mirando la Alhambra,
tratando inútilmente de parar el tiempo
y volví a sentirme el yo, que era,
dándome cuenta, que seguía aún,
teniendo preguntas sin respuesta...

Y absorto en la belleza inducida
que estaba viviendo en la cabeza,
no me dí cuenta, cuando
la propietaria del abanico
lo había cerrado, marchándose,
mientras yo, seguía absorto
buscando como siempre,
respuestas en la improvisada vivencia...

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La más conocida.


Un poco antes de bajar del AVE al llegar a Sevilla, se puede escuchar por el interfono, que se está llegando a la Estación de Santa Justa y una vez más, me planteo, por qué han olvidado al poner nombre a la Estación, citar también a su hermana menor, Rufina, puesto que murieron juntas y se las representa siempre, una al lado de la otra.
Dice la tradición histórica, que hacia el siglo I, en tiempos del Emperador Diocleciano, siendo Pretor de Sevilla, Diogeniano, vivían en la ciudad, dos hermanas que trabajaban el barro. Esto es; eran alfareras. La mayor, nacida en el año 268 llamada Justa y Rufina la otra, nacida dos años después.
Parece ser, que profesando ambas la fé cristiana, con motivo de una festividad pagana, no sólo no contribuyeron a la exaltación de la misma, sino que se opusieron a ella y llegaron incluso a tirar al suelo, los objetos del culto o a la representación misma del ídolo, sabido lo cual por el Pretor, las mandó prender y no logrando renunciaran a su fe las sometió a suplicios diversos, ordenando matarlas después. Todo esto, según el autor que se lea, queda adornado o completado con situaciones concretas, prodigios diversos en el Anfiteatro -situado según se cree, cerca de la hoy destruida Puerta de Córdoba- en donde un león al parecer no las atacó, etc, etc. El hecho es, que aún hoy, se puede visitar el lugar donde estuvieron presas. Este sitio, hace años podía visitarse bajando unas escaleras desde dentro de la Iglesia de la Trinidad. En la actualidad, se accede a él, desde un patio del Convento-Colegio de los Padres Salesianos.
Tras su muerte, fueron declaradas Mártires y Santas por la mediación del Obispo Sabino y su fiesta, se celebra en Sevilla el día 17 de Julio. Son muy numerosas, las representaciones de las dos hermanas existentes en la ciudad, siendo innumerables los artistas que las han dibujado, pintado o esculpìdo, pero siempre llevando la palma como símbolo del martirio y entre ellas la Giralda, haciendo con ello patente el patronazgo hacia la ciudad.
El azulejo que se representa, está adosado a la pared exterior de una casa, en la calle llamada "Santas Patronas" y posiblemente sea originario del siglo XVIII.

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