Respuesta

Ante la muda pregunta
de tus ojos,
me cuestiono a diario.
¿Qué pasó entre nosotros?
¿Por qué esos silencios?
¿Por qué aquello se rompió?
¿Por mi egoismo?
¿Por tu dureza?
¿Porque te ofendí?
¿Quizá porque lo pensaste?
¿Es que soy otro?
Quizá tu seas otra.
Quizá ya no te conozca.
Quizá de aquella luz
solo queda la sombra,
de una sospecha
-quizá infundada-,
pero real y tangible.
Y quizá un descontento,
acibarado,
recíproco,
poco proclive a decir:
Me equivoqué,
o a recibir la frase
con una sonrisa,
que no envenene las cosas...
Y como el diamante que corta
el cristal del amor,
ahora roto en mil pedazos,
como dificil rompecabezas,
en el que múltiples piezas similares
hacen imposible
la unión
del alma rota...
¿De la mía?
¿De la tuya quizá?
Ya, da lo mismo
ninguna de las dos
confía en la otra...


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