En el viejo alminar árabe,
hace siglos que suenan las campanas.
Aunque parece que sea distinto
de la llamada del almuedano,
ambos sonidos, llaman a la oración.
Cuando desde la altura,
se aprecia la ciudad,
parece que los problemas cotidianos
se difuminan, se empequeñecen,
aminoran en importancia
y una llamada a la convivencia
parece instalarse en el corazón...
No importa que el idioma sea distinto.
La expresión suple los sonidos
diferentes.
Y estoy cierto,
en algún lugar ignorado
-pero real- aunque ignoto,estará el convertidor universal
que haga posible entender a todos
aunque al hablar empleen palabras
desconocidas...
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