En mi niñez y primera juventud, mi domicilio estuvo muy próximo a esta especie de lápida labrada en forma de concha, que a fuerza de ver a diario, perdió su interés para mí. Han pasado muchos años desde las primeras veces que la miré y hoy, observo que la casa sobre la que estaba ha sido reformada, pero permanece la concha , con el añadido del pequeño recuadro de azulejos que le agregaron hace ahora 24 años. Hasta entonces, la ciudad pasada la "modernidad" de la Exposición del año 29, -que trajo a Sevilla entre otras cosas, la creación de varios barrios nuevos y logicamente el desplazamiento del centro geográfico- no había recibido aún, el impulso de los millares de construcciones que vendrían después. La ciudad seguía con sus tranvías -alguno tan pintoresco como el de la Puerta Real-. Ya se habían destruido la mayoría de las Puertas de sus murallas, buscando un ensanche, aunque conservando en los lugares que ocupaban, los nombres de las mismas: Puerta de Carmona, de la Carne, del Osario, etc. También las ideas de "cerca" y "lejos", eran entonces muy diferentes a las de ahora.
Hoy, he pasado de nuevo, inesperadamente, por la casa de la placa en forma de concha y en unos instantes; recordé cientos de situaciones, personas, hechos mas o menos importantes...y pensé, que en muchas ocasiones, llevamos colgadas placas que solo son recuerdos, porque como aquella que marcaba el centro geográfico de la ciudad, será, o quizá no lo sea, lo que afirma que es.
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