Y aquella esquina...


Y aquella esquina
diferente,
en la hermosa plaza
inundada por el sol,
reflejando la luz que choca
con fiereza en la cal blanca,
hiriéndola con su enorme fuerza
apenas amortiguada
por la nota de color de unas tímidas flores
y el verde desvaído de unos árboles
que bajo el calor del verano,
casi te abrasa...

Y allí, en aquél amplio espacio
inundado y cegador,
se abre la tupida celosía,
de un pequeño torreón,
que nos hace imaginar,
tras los diminutos cuadritos
como losanges en que se refugiaran
miradas intensas desde ojos oscuros,
en caras espectantes,
que apoyadas en las maderas cruzadas,
desean mirar sin ser vistos...

Pero aunque sean sólo intuidos,
piensas que siguen tus pasos
en tu errante caminar...
Y cuando te paras
y hacia la celosía levantas la mirada,
imaginas que desde allí,
en una penumbra de luz amortiguada
se preguntan si ves algo,
ignorando,
que sólo con imaginar lo que no captas,
sientes tu curiosidad pagada...

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