A diario...

Todos los días, desde que se jubilara como Maestro en aquella pequeña población, había tomado la costumbre de ir paseando hasta la estación del ferrocarril por la que minuto más, minuto menos, pasaba sin parar el tren rápido de las 9 y 47, que procedente de Madrid, se dirigía a la capital de su provincia.
Una de aquellas mañanas, el cambio de agujas manual de la estación, tuvo un problema mecánico y mientras duró la reparación de la avería, tuvo ocasión de conocer a algunos viajeros que bajaron del tren y permanecieron en la rústica cantina de la estación, que por un día acogió a más personas que posiblemente hubieran pasado por allí en un año. Cuando se fueron, dejaron bastantes restos de su paso: latas abiertas y vacías, envueltas de bocadillos, magdalenas y otros dulces, etc. etc. También había un periódico en francés, que se apresuró a tomar. En él varias fotografías de playas de la Costa Azul, comentarios y reportajes, así como diversas noticias, que le permitieron poner en práctica sus casi olvidados conocimientos de aquél idioma. En una página se incluía un cupón, que enviándolo a unas señas de Paris, hacía entrar al remitente en un Concurso con varios premios de viajes y otras cosas, como pequeños electrodomésticos. Tan sólo pedía, que expresara el lector; qué sección le agradaba más del periódico y cuál era el motivo de ello.
Ya en su casa, leyó detenidamente las 46 hojas del enorme magazín y contestó que el artículo muy documentado sobre el laberinto alquímico situado en Nôtre Dame de Paris y el relato sobre la muerte del Gran Maestre Jacques de Molay en la Isla de la Cité para acabar con el Temple.
Echó la carta al correo y siguió con su costumbre del paseo diario a la Estación. El trén pasaba todos los días y como siempre, no paraba allí. Las semanas seguían sucediéndose unas a otras sin mayor novedad, aunque sí había habido una para nuestro personaje: Se había suscrito al periódico y aunque en la primera ocasión en que participó en un concurso, no le premiaron, seguía participando, no sólo en todos los que veía en el periódico, sino que además, jugaba al ajedrez con personas que en la sección correspondiente, había conocido a través del periódico.
¿Quién le iba a decir que una avería del cambio de agujas, iba a representar tanto para él?
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(fragmento de "A diario" 1998)

6 comentarios:

Princesa115 dijo...

Nunca sabemos lo que nos espera a la vuelta de la esquina...lo que no pasa en todo un día nos suecede en minutos.

Buena entrada Jaclo.

Un saludo y buen fin de semana

Jaclo dijo...

Como decía la canción de hace años que popularizó Marisol: "la vida es una tómbola". ¿no creees?
Saludos.

Nerina Thomas dijo...

La vida es muy bella: mira........si te he encontrado en el camino!!!es un regalo!!
Feliz día del escritor!!
Abrazos

parkerazul dijo...

La vida cambia en un minuto. Y no es para bien ni para mal. Simplemente, pasa un minuto y ya es otra vida que nunca pudimos ni siquiera imaginar.
Ese diario, que se diría que llegó a sus manos "por casualidad" cambió su vida.
Creo que LA CASUALIDAD no existe. Todo pasa por algo.
Ese profesor encontró algo interesante para su vida. Seguramente deseaba un cambio y ocurrió.

Saludos

Jaclo dijo...

Buenos días, Nerina. gracias de nuevo por tu visita.
Un saludo.

Jaclo dijo...

Parkerazul:
Siempre he pensado que lo que llamamos casualidad, es en realidad
causalidad, porque los hechos y las vivencias, llegan encadenados unos a otros y la mayoría de las veces "a causa de..."
Saludos.