Expedición Malaspina.


Hace unos días, concretamente el pasado 30 de julio, hizo 220 años de la salida del puerto de Cádiz de una de las expediciones geográficas más importantes realizadas en varios siglos por la Marina Española. En los años finales del siglo XVIII, siendo Rey de España Carlos III, el marino de origen italiano Alessandro Malaespina, al servicio de España, desde tiempo atrás, que había participado en expediciones y combates diversos, propuso una expedición con base científica, que también recogiera datos del estado de las relaciones reales de las Colonias con la Metrópoli, así como la de aquellas con otros Estados.

Tras una preparación rigurosa y detallada, en la que entró el consejo de numerosos científicos y los mejores especialistas en cada materia: Geografos, Geólogos, Marinos, Cartógrafos, Pintores, Botánicos, etc, con unos doscientos hombres de dotación en dos corbetas, la "Descubierta" y la "Atrevida", construidas en "la Carraca", se hacen a la mar y tras pasar por Canarias, llegan a Montevideo. Siguen a las Islas Malvinas, doblan el Cabo de Hornos y fondean en Santiago de Chile. Posteriormente llegan al Callao en Perú y de ahí a Panamá y Acapulco en México, a donde llegan en 1791, dos años después de su salida de Cádiz.

Al poco de iniciar la expedición, fallece Carlos III y Carlos IV que le sucede en el Trono, tiene otras ideas. No obstante la expedición continúa con diversas modificaciones en el recorrido previsto. Así, siguiendo órdenes provinentes de España, una parte de la Expedición se dirige al Norte, para tratar de buscar el mítico Paso del Noroeste. Llega hasta Alaska y vuelve para seguir al Estrecho de Juan de Fuca. La otra parte de la expedición, marcha hacia las Marianas, llegando a Manila en las Filipinas. Nuevamente reunido el conjunto, se separan otra vez, marchando unos a Macao y Cantón, mientras los restantes, exploran detenidamente las Filipinas.

Tras un tiempo, se reunen de nuevo y continúan hacia las Molucas y las Célebes, marchando a continuación hasta el dominio británico de Sidney, de donde inician el regreso a España, que no es directo, sino pasando por las Islas Salomón, de Tonga, nuevamente el Perú y ya de regreso definitivamente, vuelven a doblar el Cabo de Hornos, llegando a Cádiz el 21 de septiembre de 1794, cinco años después de su salida del mismo lugar.

El material que traen: plantas, muestras minerales, planos, cartas geográficas, memoriales, etc, así como información política de primera mano, es inmenso, lo que hace que una política de cortas miras, en vez de estimar este considerable esfuerzo, lo consideren revolucionario y merecedor de un Juicio, del que resulta condenado por diez años. Seis años después, le es conmutada la pena de prisión por la de destierro, falleciendo en su pais natal en 1810.

Ciertamente, ni Carlos IV en su debilidad, ni su hijo el nefasto Fernando VII, ni el intrigante Godoy, estaban a la altura de un sabio, que había sido un servidor leal de España.

Han tenido que pasar muchos años, para que en el Jardín Botánico de Madrid, o en el Museo Naval de la misma ciudad, pueda contemplarse parte del ingente trabajo de aquel Marino Ilustre. Nuevamente, la frase medieval atribuida a los tiempos del Cid, volvía a ser realidad: ..."Dios, qué buen vasallo si oviese buen Señor..."


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2 comentarios:

Sonia Schmorantz dijo...

São ótimos os textos assim, gosto da história, da história como contam os cidadãos e não os livros de escola...
Um abraço e bom final de semana

Jaclo dijo...

Sonia:
Gracias por tus siempre amables opiniones.
Saludos