Campana silenciosa.



En una de las últimas visitas a la Mezquita-Catedral de Córdoba, observé en un extremo del Patio de los Naranjos, bajo las preciosas arcadas, una campana apoyada en una base de madera. Lo primero que reparé, fue en su fecha: 1769. Después en sus dibujos. Más tarde en su nombre: Santa Victoria. Por último tenía grabado un rótulo perfectamente legible: "obrero Cayetano Carrascal Delgado". Pensé en principio que sería el fundidor, pero al poco recordé, que en las Catedrales, existe un Canónigo que recibe el nombre de Obrero, siendo el encargado de la conservación y mantenimiento del edificio. Admiré la campana, interesándome un poco por ella y también por qué causa, habría sido relevada de su función sonora.


Las campanas, siempre han sido protagonistas de la vida de una ciudad, anunciando alegrías, tristezas, calamidades o por el contrario, hechos importantes.


Los fundidores de ellas, suelen ser herederos de otros más antiguos, que siempre piensan que el bronce que ellos logran, tiene propiedades especiales. En realidad, el bronce tiene pocas variantes. Suele tener un 78/80 % de cobre, un 20/22% de estaño y algunos le agregan una pequeña cantidad de cinc o incluso de algún otro metal que consideran especial y que constituiría el llamado "secreto" de cada fundidor. Logicamente, aunque no se cite, una pequeñísima parte lo constituyen también las impurezas que contienen los metales usados, pero en general, la fórmula varía poco de lo indicado.


La campana de referencia, pesa 319 kilogramos y en unión de otra mayor, denominada Ntra Sra de la Concepción, fue retirada del campanario por alguna deficiencia, siendo sustituida por otra renovada, en el año 2005. Aunque se pensó fundirla de nuevo, se prefirió hacer otra nueva y conservar ésta.


Voy a referir una tradición que al parecer existió en el medievo y que después fue olvidándose, hasta que Napoleón I la actualizó en el asalto a Dantzing. Se trataba de que una vez conquistada una plaza en combate, el jefe o Maestre de la artillería se incautaba de las campanas, siendo a menudo, rescatadas por la población mediante una contribución económica, que se destinaba a los huérfanos y las viudas de los artilleros caidos en el asalto a la ciudad. Al fín y al cabo, de bronce eran también los cañones de la artillería...




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