El palacio de D.Pedro I.


En los Reales Alcázares de Sevilla, hay numerosas y diversas dependencias, que corresponden a obras realizadas en distintos reinados desde que fuera ocupada la ciudad a los musulmanes. Hoy traigo aquí, la entrada al Palacio de don Pedro I, rey controvertido como el que más, llamado por muchos "el justiciero" y por otros "el cruel". Indudablemente no hay otro que haya inspirado más leyendas que él; como "la del Candilejo", "la de las naranjas" ," la del abad", etc. Cierto es que era un rey que tuvo que luchar desde niño con las intrigas de los grandes y supo salir airoso de ellas en una época en la que las alizanzas se hacían y deshacían en breve tiempo. También es cierto que su forma de vivir era escandalosa para los bienpensantes de la época, pero no lo es menos, que se apoyó en el pueblo, para luchar contra los poderosos y levantiscos nobles de Castilla y León. Su tesorero era un judío: Samuel Leví y eso en la época era poco menos que pecaminoso.
Su matrimonio con la princesa Blanca de Francia, por motivos políticos, no pudo desbancar el amor que el rey sentía por doña María de Padilla con la que se desposó legitimamente posteriormente, aunque le costara con anterioridad a esto la excomunión de Papa. Cuando el legado pontificio, le quiso hacer entrega del anatema, poco falto para que el rey no le hiciera sentir el gesto y si aquel no se introduce rapidamente con su caballo en el río, hubiera perdido la vida.
Las luchas con algunos de sus hermanos de padre eran apoyadas por algunos nobles descontentos y trajeron una guerra, en la que mercenarios apoyaron a su hermanastro Enrique. Éste en lucha con el rey, es apoyado físicamente por el mercenario Bertrand Duguesclin, jefe de las llamadas Compañías Blancas, que apoyaban a Enrique y logran entre los dos (vaya héroes), matar alevosamente al rey. Entonces, se introduce en el reino la monarquía de los Trastámara, que teniendo que perdonarse entre otras cosas el asesinato del rey, empieza a dar regalos y nombramientos entre sus partidarios, pasando a la Historia como don Enrique "el de las Mercedes". Por supuesto, termina la bonanza en Castilla para las distintas confesiones religiosas y comienzan las persecuciones de judios y ataques a las sinagogas y de nuevo a gustar las maravillas de la intolerancia, pero eso sí, denominando al asesinado don Pedro como "el Cruel". Como es lógico, una vez más, la Historia la escriben los vencedores, pero este Palacio, a pesar de ello, no se llamó de don Enrique, se llamó del rey don Pedro. El Canciller Pero Lope de Ayala -su Cronista-, dice del rey: "era alto, et rubio et fablaba ceceando, et era muy conqueridor..."


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2 comentarios:

Sonia Schmorantz dijo...

Boa semana !!
Repartir suas alegrias
é como espalhar perfumes sobre os outros:
sempre algumas gotas
acabam caindo sobre você mesmo!
abraço

Jaclo dijo...

Sonia:
Curiosa la observación de que las cosas acaban cayendo sobre uno mismo y además, en la mayoría de los casos, resulta cierto.
Saludos