Pensamiento.


Me gustaría irme
en primavera,
en plenitud de fuerzas;
como se van
algunas hojas separadas
del común,
tomadas con esmero
por alguien que las estudia
y repasa en ellas,
apreciando; su tamaño,
sus nervaduras,
su flexibilidad,
o su consistencia,
anotando después
en un cuaderno,
con letra menuda y detallista
sus recogidas experiencias...

No ser como casi todas,
que aguantan y esperan,
día a día,
mermadas sus fuerzas,
a que ya secas,
sin savia en las venas,
sin color porque hace tiempo
que la verde clorofila
ya no las riega...
Esperando intranquilas,
un mal día para ellas,
en que se caigan para formar montón
con millares de compañeras,
que apiladas sobre sí mismas,
de nuevo esperan que el jardinero,
a paladas las lleve al quemadero.

Y allí, después de reducir
a cenizas,
lo poco de orgánico
que en ellas queda,
polucionar el aire
con su olor acre
de materia muerta...

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