La luz, el puente y el agua.



Brillando con la luz suave de la mañana,
bajo el tablero de acero
del puente,
el agua pasa.

Y al pasar, temerosa le pregunta:
-¿es doloroso diluirse
en el agua salada?

Y el puente que está quieto,
aunque le pesa
estar fijado a sus pilares,
controlado en sus movimientos
y que por rebeldía vibra
como las cuerdas de un arpa
tirantes en su pilono
demostrando que está vivo,
responde afectuoso:

-Nada temas. Es fundirse,
creando una amalgama
cálida,
que trasciende de tí
y te hace ser parte de algo inmenso:
la mar oceana...

Y el agua, que aparentamente es libre,
pero sólo si camina
en la dirección adecuada,
le responde:

-¡Ojala vuelva a pasar bajo tus ojivas, puente
porque tú,
a pesar del frío acero, tienes alma!

Y quizá, muchos años después,
cuando evaporada y hecha lluvia
si cayera donde antes,
volveré a pasar por aquí
y saludándote, te recordaré, amigo.
porque yó, soy agua agradecida,
que acaricia al viento que me besa
y que olas pequeñas me levanta,
partiendo el espejuelo que en mi nace
con la luz de la mañana.

Y a tí, puente modernista
inquieto por estar fijado y no moverte,
se que tu acero, se estira, se retuerce,
se fatiga, se conmueve
y sabe lo que es ver pasar,
año tras año,
sin envidia,
a la aparentemente libre
agua...

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2 comentarios:

Nerina Thomas dijo...

Mira que bella conversación !!le has dado vida con tu imaginación a un vínculo maravilloso entre ellos.
Felicitaciones Jano, realmente un placer.
Un abrazo allí en esa primavera que ya está contigo.

Jaclo dijo...

Amable Nerina:
Gracias por tu comentario grato como siempre. Lo único que yo solo tengo una cara y al que nombras, tenía dos...
Saludos