Semana Santa en Sevilla. II y último.

Como escribí en la anterior entrada, la Semana Santa en Sevilla, es enormemente compleja, no sólo por su magnificencia, sino por la cantidad de elementos a tener en cuenta para hacerse una somera idea de lo que es. En el anterior escrito, mostraba una de las imágenes más conocidas a nivel mundial y además, indicaba se le atribuía su escultura a Luisa Roldán. Hoy voy a tratar de hilvanar unas ideas sobre la peripecia humana de esta imaginera, como otra forma de atisbar algo más, detrás de la Semana Santa.
Luisa Roldán, nace en Sevilla en 1652. Es hija del extraordinario Pedro Roldán por lo que desde pequeña está acostumbrada a ver arte en su casa. A la vista de sus actitudes para la escultura, su padre la va incorporando a los trabajos del taller y junto a otras hermanas y demás miembros de la familia, realizan numerosos encargos, alcanzando enorme fama en su tiempo. En aquella época, la mujer es raro que realice tareas fuera de las habituales domésticas y mucho más que sepa leer y tenga cultura, como es el caso de Luisa Roldán. Por supuesto no piensa siquiera en firmar sus obras, de las que hay muchas en diversos lugares, pero muy pocas firmadas por ella. Pasa el tiempo y a pesar de la oposición del padre, se casa con el también escultor Luis Antonio de los Arcos. Se independizan y a pesar de sus muchos encargos, malviven pues se retrasan en hacerles los abonos por sus trabajos y además, tienen muchos hijos. Llegan a tener ocho, de los cuales, mueren en la infancia seis de ellos.
Marcha con su marido y los dos hijos que les quedan vivos, a Cádiz, ciudad en la que les encargan varias obras siendo en Puerto Real, el lugar donde se encuentra la única imagen de la Virgen firmada por ella. Tras un tiempo de penurias económicas, solicita ser escultora de la Corte, lo que logra en tiempos de Carlos II. Ya en Madrid, trabaja intensamente, aunque sigue con estrecheces económicas. A la muerte de Carlos II, consigue que el nuevo rey Felipe V la siga considerando escultora de cámara, pero a pesar de esto y de los numerosos encargos en los que ha trabajado, muere en Madrid en 1706 en la pobreza más absoluta. Tiene 48 años y ha luchado toda su vida para supervivir a pesar de haberle reconocido su excepcional valía como imaginera.
Hay una anecdota que se refiere a una de sus obras en las que se representa al Arcángel san Miguel pisando y venciendo al diablo. De esta obra, se ha dicho que la cara del Arcángel es la suya y la del vencido demonio, la de su esposo. Creo que está actualmente en el Escorial.
De todos los creadores imagineros; Roldán, Juan de Mesa, Ocampo, Martínez Montañés, y un largo etcétera, se podrían contar muchas cosas relativas a sus vidas, pero para mí, cuando veo al ángel de Montesión, o los de la Exaltación, o a la Virgen de Regla, o a la Esperanza Macarena de Sevilla, no puedo dejar de pensar de donde sacaba fuerzas aquella increible artista, para superando sus problemas personales, presentar la belleza que muestran sus obras desde hace más de tres siglos...Porque pienso que además de ser una inspirada escultora, sólo un privilegiado ser humano, sabe mostrar esperanza cuando se vive sumergido en un pozo en el que le ahogan la penuria económica y la tristeza. Y Luisa Rodán, "la Roldana", supo crecerse de sus dificultades y tallar con una delicadeza y armonía insuperables, para mostrarnos una belleza a la que no llegaban los problemas cotidianos.
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