Run, run, run

Run, run, run,
sonaba acompasado el motor,
transformando el movimiento
rectilineo de sus émbolos,
en giros raudos
de su transmisión...

Run, run, run.
La melodía
de armónicos ruidos
llegaba a los oidos,
monótona,
repetitiva,
martilleante
y sin embargo,
era la prueba indicadora
de un buen ajuste,
determinadora
de una perfecta compresión...

Run, run, run.
Sentía mis ojos cerrarse,
tranquilo,
sin una nota discordante,
sin un solo sobresalto,
y era tan grande la paz,
que arrimándome al arcén
me detuve un poco
para evitar la ensoñación...

__________________

No hay comentarios: