El Doncel de Sigüenza.



Con este nombre, ha pasado a la Historia, don Martín Vázquez de Arce, que a sus veintipocos años, murió luchando por sus ideales en la Guerra de Granada, bisagra de la Edad Moderna. No conoció la toma de Granada ni tampoco la llegada de Colón a América. Eran los calurosos días del mes de julio del año de 1486 y en una de las habituales escaramuzas en que castellanos y musulmanes se enfrentaban, cayó muerto en las cercanías de la llamada Acequia Gorda en la Vega de Granada. En principio, fué enterrado allí hasta que en 1492, su padre -también combatiente dentro de las tropas del Duque del Infantado- lo trasladó a una capilla de la Catedral de Sigüenza, donde se le construyó un sepulcro de gran belleza, del que se desconoce el autor.
Su armadura, presenta sobre el claro alabastro, a la altura del pecho la roja Cruz de Santiago de la que era Caballero, así como el detalle extraño para la estatua funeraria de un guerrero, de tener un libro en la mano. Su mirada perdida habla de fé en un después.
No sabemos qué nos maravilla más, si su vida joven llena de ideales o la belleza serena que supera a la extraordinaria y romántica magnificencia de su panteón, que como él, también es transición entre las épocas del gótico y el plateresco. Los sepulcros de sus padres, le acompañan en la capilla, pero la sensación es que él, los está vigilando. La vida de don Martín Vázquez de Arce, fué breve en el tiempo, pero los siglos fueron pasando y mucho después de haber muerto, lo seguimos recordando.
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