Sencillez.


En la entrada de Triana,
junto al Río, con fondo de un cielo
azul casi imposible,
su figura en claroscuro
se recorta.

Una guitarra apoyada
a un lado y muda,
sirve de apoyo a una silueta
de pies desnudos
apoyados en una bigornia...

Y por el aire,
inaudibles martinetes
parecen cabalgar liberados
junto a peteneras enlutadas
como la pena negra...

Porque ante aquella,
no me acuerdo de alegrías,
ni de bulerías, ni de guajiras,
ni tan solo de una ligera soleá...

Ante mí, el recuerdo hecho estatua
de los versos de un Machado:
"A todos nos han cantao
en una noche de juerga
coplas que nos han matao..."

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