La circunstancia.

La llamé a su casa y después de oir varios tonos de llamada, lo dejé porque no tomaban el teléfono. Su voz desde un mensaje grabado, me decía las muy conocidas frases de que no me podía atender en ese momento, pero que lo haría en breve. Marqué el número de su móvil, obteniendo el resultado de que estaba fuera de cobertura o apagado. Dudando de mí memoria, busqué en la agenda del pequeño teléfono que solía usar, su número. Era al que había llamado, pero por si había existido algún error, volví a llamarla, obteniendo la misma respuesta anterior.
Llevaba más de quince minutos, esperándola bajo la pequeña protección que el toldo de una peluquería de señoras, muy próxima al teatro al que teníamos previsto acudir, me ofrecía ante la imprevista lluvia. Era poco habitual que ella me hiciera esperar, dada la proverbial puntualidad de que hacía gala siempre, pero ahora, no sabía a qué atribuirlo y me ponía en lo peor. Además, por este retraso inesperado, íbamos a llegar tarde a la representación del "lago de los cisnes" de Tchaikosky, cuyas localidades de platea, nos habían costado tanto esfuerzo conseguir. No lo entendía y mi humor estaba cada vez más sombrío...
Había pasado más de treinta minutos de la hora acordada para vernos en la entrada del teatro, cuando apareció, radiante como siempre, sonriendo. Me extrañó que no comentara nada de su retraso y ante mi expresión algo seria, preguntó de inmediato:
-¿Qué pasa?
-Solamente que llegas media hora tarde.
-¿Qué?
-Te he llamado a casa, a tu móvil y no he podido hablar contigo en ninguno de los dos, pero ya no tiene importancia, porque llegaremos tarde a la representación de ballet.
-Habíamos quedado a las siete y son las siete. El móvil lo he dejado en casa, porque en el teatro lo iba a apagar y como te vería no lo precisaba. La función empieza a las siete treinta. ¿no?
-Sí y nó.
-¿Cómo?
-Habíamos quedado a las siete, pero no son ahora las siete, sino las siete cuarenta y la función, empezaba a las siete treinta, pero ahora no podremos entrar.
-Mira mi reloj.
-Mira el mío. Posiblemente te hayas quedado sin batería y se retrasa.
-¡Ay mi amor!
-No te preocupes, paseemos un rato juntos y disfrutemos de la improvisación...
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2 comentarios:

parkerazul dijo...

Esas cosas pasan. Sí, pero esa forma de afrontarlo me parece elegante, como pocas.
Lo normal sería una bronca entera o a medias.
Se ve el amor por encima de todo, y eso Jaclo, no es una circunstancia ni es por casualidad.
Ojalá esa actitud fuera la normal.
El que alguien lo cuente ya dice mucho en favor de quien lo escribe.
Gracias

Jaclo dijo...

Favor que me haces con la suposición, Parkerazul. En todo caso, me alegro te agradara.
Saludos.