La mirilla.


Trás la protección de unos hierros
endebles, clavados en la madera,
se abre una pequeña portezuela,
que temblorosa y con miedo
se entreabre a las llamadas...

Y allí queda, repintada, como testigo
de unos tiempos, en los que los confiados
habitantes de otra época, consideraban
protección suficiente, lo que hoy sería
risible para un niño con una pequeña palanqueta...

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4 comentarios:

Sonia Schmorantz dijo...

O mundo mudou, antes bastava um símbolo, hoje nem as pesadas grades adiantam mais...
Um abraço

Jaclo dijo...

Ya ves...
Un saludo

Elia dijo...

En Toledo hoy en día aún se pueden encontrar muchas mirillas de este tipo. Más aún; los conventos de clausura las utilizan aún en día y, los que no estamos muy acostumbrados a ver esta acción...es casi algo mágico cuando tocas el aldabón y se asoman unos ojillos a través de ella. El Convento de Santa Isabel es un buen ejemplo de ello. Un saludo.

Jaclo dijo...

Elía:
En Toledo, aún se pueden ver cosas maravillosas, como la luz de la ciudad desde el Parador...
Posiblemente sea junto a Granada, Córdoba y en otro orden de cosas Sevilla, donde se pueden oir silencios apenas inteligibles que a veces salen de las murallas...
Saludos