La calle estrecha.


La estrecha calle,
no se comprende fuera de
su entorno, de la vieja ciudad
de su clima, de las gentes
que la transitan, admirándola.

No por su porte ni por su prestancia.
Si, porque nos conduce
de una plaza con belleza,
a otra de imaginación plena.

Y por encima de todo, complementando
la esperanza conocida de a donde llegaremos,
el aroma mezclado de la Dama de Noche,
con su galán el Jazmín que trepa
por las palmeras...

Y partiendo de la plaza de las Cruces,
te conduce en unos metros
a la que levanta una estatua
a un don Juan, para siempre
allí inmortalizado...

Y la noche ya próxima, volverá
a encender tus pensamientos
con leyendas, con romances,
quizá con alguna vivencia
en aquellos lugares encantados,
de los que no deseas irte nunca
y en los que siempre
un jirón de tu alma se queda...

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1 comentario:

Elia dijo...

Leerle es un placer desde hoy mismo. Me resulta una grata extrapolación hacia mil sensaciones que entran por mis ojos y que simplemente me huelen muy bien. Un saludo