Automóviles en el recuerdo. IV. Citroën GS Palas.


En los años 70 del pasado siglo XX, adquirí un Citroën tipo GS Palas. Era de color azul. Su matrícula: SE-3193-N.

Para comenzar a hablar de él, diré que representaba un concepto distinto del automovil usual. A mi juicio, tenía varios años de adelanto sobre los demás, aportando numerosas soluciones diferentes y satisfactorias al tipo de vehículo de su cilindrada, consumo y precio de adquisición.

Distinto era su coeficiente de resistencia al aire en la marcha. Su linea aerodinámica lo convertía en una auténtica flecha perforando el aire, si bien como contraprestación, resultaba caluroso en extremo su interior, precisamente porque al aire le costaba trabajo entrar por las ventanillas abiertas. Presentaba una gran superficie acristalada, para la que opcionalmente, la Marca suministraba elementos que colocándolos en las ventanillas, creaban una mayor ventilación interior, así como persianas de lama fija colocadas en el exterior de los cristales traseros y en la luneta posterior, que siendo muy grandes, permitía sin estas protecciones, que el sol calentara el interior. Hay que tener en cuenta que en Sevilla, desde finales de mayo a septiembre, la temperatura ambiente, suele ser muy elevada. Otro elemento externo opcional era un alerón, que aumentaba la ya de por sí excelente estabilidad, ayudando a que se pegara todavía más a la carretera, rodando rápido.
La comodidad que proporcionaba el sistema hidroneumático de suspensión era fantástica, logrando que en largos viajes, llegases completamente descansado tras cientos de kilómetros de conducción. Se podía colocar a tres distintas alturas del suelo, estando la más alta reservada para una circulación por terrenos muy accidentados, o para cambiar las ruedas. También, el centro de gravedad de este vehículo, situado muy delantero, hacía que en un caso dado, pudieras circular solo con tres ruedas. Sí, he dicho bien solo con una rueda trasera en lugar de las dos. Los asientos eran cómodos, si bien te sentías algo hundido en ellos. Al arrancar el motor para iniciar la marcha, la primera operación que realizaba era; subir la carrocería desde la pequeña distancia que lo separaba del suelo estando aparcado, hasta la determinada para circular, de entre las trés disponibles, que se podían seleccionar manualmente desde una palanca situada en el suelo.
Su refrigeración por aire, eliminaba el radiador de agua y sus posibles problemas: fugas, roturas, posibles calentamientos, obstrucciones, etc. Además ofrecía un enorme portaequipajes de paredes rectas, capaz de albergar numerosos paquetes y maletas.

Era atractivo y o bien gustaban sus lineas suaves, o te resultaba poco grato. A mi, personalmente, me gustaba mucho y me sentía muy seguro rodando rápido y manteniendo la comodidad en curvas o pavimentos no del todo suaves.

El volante de un solo radio así como los instrumentos de control: Velocímetro, numerosas luces de aviso, etc, hicieron de este vehículo durante varios años, un prototipo de coche un poco "del futuro".

Como inconvenientes -a mi juicio- el elevado precio de los repuestos y su poca duración. En los cuatro años que lo tuve, le hice muchos kilómetros, muy comodamente, pero con un alto consumo y un mas alto presupuesto, no ya en reparaciones en sí, sino en mantenimiento. Las membranas de las esferas de la suspensión, eran caras y como tropezases mas de una vez con un bordillo de acera, algo mas fuerte de lo habitual, había que reponerlas, porque no proporcionaba problema el circular con ellas en mal estado, pero desaparecía toda clase de suspensión y era lo mas parecido a la comodidad que podría proporcionar un carro de eje rígido y ruedas de madera. Los frenos, se desgastaban rapidamente, sonando con un característico chillido bastante molesto y entre los numerosos avisadores luminosos del tablero de mandos, había un luz, que te avisaba con mas frecuencia de la deseada, que había que pasar por el taller. El silencioso del tubo de escape, se picaba a los pocos meses de uso. Consecuencia: cambiarlo por otro nuevo, con el consiguiente desembolso económico. Por último, la especial disposición del motor, precisaba de herramientas especiales hasta para desmontar una bujía. Era un magnífico coche, pero caro de mantener. Con respecto al consumo de combustible, el mío, circulando a 110/120 kms/hora, se disparaba, así como en los trayectos urbanos.
Después de este coche y a pesar de sus buenas prestaciones, tuve vehículos de otras marcas. Sin embargo, el recuerdo de mi GS es sumamente grato. Lo conocía perfectamente y cuando lo dí de entrada para otro vehículo, lo sentí. Le había tomado afecto y sabía que yo era el único que le podría haber hecho andar perfectamente bastantes más kilómetros. Al dejarlo, suponía que iría directamente al desguace y me apenaba, porque creía que no se lo merecía...Había sido mi fiel compañero durante muchas horas.


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