"El mico". Minicapítulo VII (y último)

En cuanto habló con el Padre Miguel, "el mico" se sintió a gusto allí. Le acogieron bien y él se sintió "en casa". Le encomendaron ayudar en la carpintería y después de hacerlo, empezó a tallar una madera. Cuando el Padre Miguel lo vió, le preguntó:
-¿Te atreverías a tallar una imagen?
-No lo he hecho nunca, pero creo que podría hacerlo.
-Mira. Vas a empezar por algo sencillo. Toma madera y haz si quieres un pié para colocar el misal al leer el Evangelio. Hazlo a tu gusto con alguna figura de ángeles o algo así. A ver como te sale.
-Padre Miguel, yo siempre he utilizado mi navaja para esto, pero lo haría mejor con otras herramientas.
-Mañana te traeré unas gubias y si te queda bien el trabajo, después habría mucho más a realizar con las imágenes de la iglesia nueva. Aquí tendrías ocupación para bastante tiempo y además, podrías darte a conocer.
-Veremos -como usted dice- como queda, pero lo que desde ya le digo, es que me gustaría quedarme aquí y que mientras que haya que hacer cosas para esta iglesia, todo mi trabajo y mi ilusión, estarán aquí, porque usted ha hecho que me vuelva a sentir persona.
-Gracias Manuel, por tu ofrecimiento. Tú nunca has dejado de ser persona. Fueron los que te rodeaban los que no supieron darse cuenta de ello. No te importe por lo que hayas pasado. Esta es tu casa y volverás a sentirte importante. Cuando te pregunten qué haces, ya podrás decir como aquellos canteros o carpinteros de la Edad Media, que a lo mejor se llevaban media vida tallando unas piedras o unos sillones de coro: "en unión de otros muchos, estoy levantando una Catedral..."
Y así fue, como "el mico", año y medio después de aquella conversación, asistía al funeral que otro salesiano, celebraba en la todavía inacabada iglesia del Padre Miguel, sintiéndose parte integrante de aquel conjunto de ideas que jamás se le habrían podido ocurrir a él y mucho menos llevar a la práctica. Gracias a la acogida que le dieron, volvió a sentirse persona considerada por los demás, llenándose de satisfacción cuando en vez de oirse llamar "el mico", oía que al referirse a él, decían "Manuel el tallista"...¡Si su madre lo hubiera podido escuchar...!
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F I N

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