Alhambra, Alhambra:

Tu hermosura
no soy capaz de explicar.
Conozco bien tus rincones,
me he perdido en tus jardines,
mientras soñaba imposibles
envuelto en auras sonoras
y en aromas turbadores...

Entre cipreses y mirtos,
sentí escaparse mi alma
abatido porque no lo hiciera...
Quisiera haber sido rosal
como aquellos trepadores
que abrazan a los cipreses
impertérritos, que se alzan
eludiendo sus espinas,
siseantes, si los atraviesa el aire...
¿Qué decir de tus estanques?
Daraxa...
¿Quién podría olvidarte?
Con tu viejo surtidor que cae
con el monocorde son conocido
en la vieja taza árabe.
En esa taza que lleva
cúficas inscripciones,
casi borradas por el agua,
que roza en besos constantes
y que crees no entender,
intuyendo lo que dicen...
Y sin entender, entiendes.


Allí, entre olorosos árboles,
amparado en su grata sombra,
sostenida por troncos de siglos
que crean un ambiente
intemporal del que duele irse.
Y después, cuando admiras los yesos
que repiten las preciosas Suras
en colores y almocárabes...
Captamos que es un conjunto
en que todo lo bello cabe.
Cabe poesía, cabe música,
cabe astronomía, cabe...
el pensamiento entero.
¡Y todo ello en un instante!
Instante que puede durar una vida,
o puede durar un segundo,
según la medida del tiempo,
no medido por unidades iguales.
Y allí, el sabio admirado contempla.
No puede opinar... ¡no sabe!
Y en el supuesto imposible
que al contemplar entendiera
ese cuadro de belleza
intemporal y también inexplicable,
solo podría exclamar
despacito, recreando los sonidos
para sentir vibraciones
Al-jambrá, Al-jambrá...
¡Qué dicha, entrar en tí
y alegre poder gozarte!
Pero si no lo consigues
y el conjuro no se logra,
tú también tendrás bastante.


Aquello seguirá siendo armónico
aunque para ti fuera distante,
y si a su interior no llegas,
también te gustará,
será un descanso en tu vida.
Te gustará por contraste
y cuando lejos de nuevo la recuerdes,
agrandada en la distancia,
cada vez será más bella
y su recuerdo vibrante,
mientras vivas, será tuyo.
Nada ni nadie podrá arrancarte
aquellas horas en que siendo otro
sentiste tan dentro
aquella emoción lacerante


____________(Del poemario que escribí en el año 75, variado en varias ocasiones).

1 comentario:

Álvaro dijo...

En los cuentos peregrinos de Márquez leí que Pablo Neruda dijo que la poesía era lo único clarividente.

Es usted, señor póeta, profeta en tierra de versos.