La Diligencia.



De nuevo traigo una pintura de Juan Miguel Sánchez, situada en el mismo lugar en el que estaba la que fotografié y traje a este espacio hace aproximadamente un mes. Como en aquella ocasión, también aquí, contemplamos algo desde detrás de una mujer. En este caso, una pastora, que ataviada más o menos flokloricamente, presenta a mi juicio un contraste -que quizá es lo que el pintor quiso dejar plasmado con sus trazos vigorosos y precisos- entre la vida presumiblemente pausada de la pareja de pastores en el campo y la vorágine de la diligencia que aparece rápida, levantando el polvo del camino y cambiando por un instante la tranquilidad del lugar, llevando en su interior a personas, con una vida radicalmente distinta a la de la pareja que las contempla.
La postura y expresión del pastor, es de indiferencia ante lo que posiblemente desconoce y no parece que le interese mucho. De la mujer, vemos una especie de saludo con una rama, posiblemente de romero, pero se supone, el móvil básico es la curiosidad ante la novedad que representa, atisbar aunque sea solo por unos instantes a otras mujeres, ataviadas de otra manera -manifiestamente mejor vestidas que ella-, con menos obligaciones y posiblemente con un destino mas divertido. Por contra, no parece con su saludo guardar resquemor alguno y se muestra cual es, incluyendo la pequeña coquetería de las flores silvestres en el sombrero. En la época que retrata la pintura, no había radio de transistores que puntualmente informara de todo, ni revistas del corazón en las que poder ver; vestidos o tocados diversos a la última moda de la ciudad. Sólo, el vertiginoso paso de la diligencia, arrastrada por los seis caballos al galope, como una ventana pequeña a otro mundo, que la pastora contempla en unos instantes y de los que quizá, saque tema de conversación para mucho mas tiempo del que duró el suceso vivido.


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