¿Irracional?


Había pasado numerosas veces a lo largo de los años y en muy diversas cirunstancias por aquel lugar. Desde la pequeña elevación, podía contemplar un espacio urbano en una panorámica bien distinta a las recordadas y que como diapositivas diferentes, encadenadas por el tiempo en series ordenadas, rememoraba.

Notaba la variación existente entre mis primeras imágenes y las que ahora contemplaba. No sabía ni quería juzgar equitativamente, si lo expuesto a mi vista era mejor o peor. Simplemente se agolpaba ante su visión un conjunto de ideas, en el que notaba la falta de: personas, conversaciones, afectos, recuerdos, situaciones concretas y en una palabra; vivencias pasadas que me hacían sentirme triste. Todo lo que venía a mi mente, era el pasado y no volvería. No podría variarse lo más mínimo y lo que quizá ahora pensaba podía haberse resuelto de otra manera mejor, no admitía cambio, estando obligado a contemplarlo de una manera obviamente peor que como lo hubiera resuelto ahora.
Me enfrentaba por tanto, a una situación oprimente y totalmente depresora que me ahogaba. Ignoraba las veces posteriores en que volviendo a pasar por el lugar reviviría la desagradable situación. Me vino a la imaginación, el célebre cuadro de Edvar Munch, y sentí el deseo irrefrenable y sin aplazamiento posible de gritar, expulsando el malestar de la frustación ante lo inevitable que estaba viviendo.

Mi grito, salió de lo más íntimo de mi ser y ante la mirada atónita de las personas que me rodeaban, a pesar de sus expresiones extrañas hacia mí, me sentí aliviado. Poco me importaba lo que pensaran de mí, ni que dudaran de mis facultades mentales. Por eso pienso si en verdad, aquella forma de salir de una atenazadora y oprimente situación, fue del todo irracional.

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Córdoba, 25 de noviembre de 2008

4 comentarios:

Amig@mi@ dijo...

¿Quién no ha gritado alguna vez "por necesidad"?, Pero tu y yo con una pequeña deferencia, yo primero grito y luego recuerdo el cuadro...
Te devuelvo la visita.
;)
Un abrazo

Lola Mariné dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Lola Mariné dijo...

Muchas veces tenemos ganas de gritar y no nos atrevemos a hacerlo en público, lo reservamos entonces para la intimidad de nuestro hogar y los castigados oídos de nuestros seres queridos, y ya para entonces ha acumulado cierta cantidad de veneno, pero quizás sea aun peor tragárnoslo y que se convierta en una úlcera.
Un saludo.

Jaclo dijo...

Gracias poor vuestras opiniones: Amiga@mi@ y Lola Mariné.
Sigo vuestros blogs.
Saludos.