Torre de los perdigones.



Espigada torre
que como faro diurno,
proyectas las miradas
como si fueran ráfagas
que por la luz no se distinguen.
Otrora, desde tu altura
convertías las gotas de plomo derretido
en sólida munición,
al enfriarse el metal en su caida.
Hoy, como periscopio en el aire,
desde abajo, nos dejas ver
sin tener que subir a tu atalaya,
lo que desde ella se divisa...

Un olé, para quien supo cambiar
tu industrial belleza,
-ajada pero no mustia
y actualmente remozada-
en "cicerone"
que muestra los colores
de la inmortal Sevilla..


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