Cuando...

Cuando al principio
no eras más que un destello
en la noche.
Cuando te escribía un verso,
imaginaba tu cara al leerlo
y casi viendo tus facciones
según el sonido de las sílabas,
casi siempre cambiaba alguno...
Y después, la espera en el tiempo,
porque entonces no había ordenadores,
no podía disponer de teléfono
y la única comunicación contigo,
era confiar mi carta al correo...

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