El aroma.

Sentí como un latigazo en la cara.

De repente, la mezcla
de sándalo, con otras esencias,
tan desconocidas en su forma
y a la vez tan recordadas,
de nuevo estaba allí...

Y otra vez, como si el tiempo
se hubiera parado en cualquiera
de las mil imágenes de los cien lugares
en que estuvimos juntos,
volvían a estar vivas
y a punto de volver a tocarlas...

Ansiosamente, recorrí con la vista,
lleno de nerviosa curiosidad
los numerosos mostradores
de las varias compañías
en la que nos apiñábamos
en ordenadas filas,
aspirantes a viajeros, cargados con:
paquetes, valijas y bolsos
para entregarlos y conseguir
la tarjeta de embarque...

Cuando creí localizar a la portadora
del recordado perfume,
me acerqué despacio
abandonando mi fila
y contemplé a la usuaria.

Era una esbelta azafata,
nórdica por sus rasgos,
portadora de una sonrisa
fría y profesional,
a la que en nada le iba el aroma...

Me retiré despacio,
frustrado ante el binomio imposible
de que no era "ella" y llevaba "su" perfume.

Iba alegre, tras el inesperado encuentro,
dándome igual, haber perdido mi lugar
en la cola de mi línea aérea,
porque la otra persona,
seguiría en mi mente
unida a aquel olor intenso,
ya que la dueña de aquellos ojos azules,
sólo había servido para avivar
-más aún, si esto fuera posible-
a la inolvidable de mis pensamientos...

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2 comentarios:

Arantza G. dijo...

Qué bonito. Que un simple aroma pueda hacernos recordar...
Recuerdos íntimos, imágenes bellas...tantas cosas.
Un privilegio para algunos.
Felicidades porque puedes recordar...
Un beso.

Jaclo dijo...

Gracias por tu visita.
Saludos