Ésta, es corta, limpia y no demasiado antigua. Comunica la llamada plaza de Santa Cruz -en cuyo ámbito y en lugar no determinado están los restos del eximio Murillo- con el paseo de Catalina Rivera, (Jardines de Murillo), en Sevilla.
La calle: Nicolás Antonio, se abrió mediante la donación de parte del terreno de una casa allí existente aún, cuyo propietario lo cedió a la ciudad, en tiempos del rey Alfonso XIII, que previamente había hecho posible, los citados jardines, pasaran a ser de uso público, según se puede leer en un rótulo de azulejos que allí existe.
Pero...¿Quién fue Nicolás Antonio? Fue nada más y nada menos, el autor de uno de los tratados más ambiciosos de su época. Una obra a la que dedicó numerosos años de su vida, en la que se relaciona, todo aquel que escribiera algo en España desde los tiempos del Emperador Augusto, hasta aproximadamente el año 1500. Nació en Sevilla en 1617. Concretamente el 28 de julio y tras la edad avanzada para la época de 67 años, falleció en Roma el 13 de abril de 1684. En su juventud, obtuvo la licenciatura en el Colegio de Cánones de Sevilla y posteriormente cursó estudios de Derecho, en Salamanca, obteniendo posteriormente el Doctorado también en aquella Universidad en 1639.
Ocupó cargos relevantes en los reinados de Felipe IV y Carlos II. El primero, le nombró Agente General e Inquisidor en Roma, además de investirle del hábito de Santiago. El Papa Alejandro VII, le hizo Canónigo de la Catedral de Sevilla, con el privilegio de poder estar ausente de ella.
Su magna Obra, cuyos numerosos volúmenes se dividen en dos partes; la llamada Vetus y la Nova o póstuma, fue reconocida como el esfuerzo de un erudito incansable a lo largo de los años que dedicó a este agotador trabajo de investigación, que no solo poseía enormes conocimientos sobre la materia, sino que además había logrado reunir tener una biblioteca personal de miles de libros, -se habla de unos 30.000-.
Cuando se editó la Obra, fue muy elogiada y posteriormente, en tiempos de Carlos III, se hizo una reedición de ella, de la que se ocupó su Bibliotecario Mayor, don Francisco Pérez.
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2 comentarios:
Gracias por tus enseñanzas Jaclo.
Un saludo
Otro para tí.
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