¿Quién sabe entre el azul y amarillo
de sus jaeces,
oyendo los cascabeles de su collar
a cada uno de sus cabeceos,
lo que pensará un caballo?
¿Cómo se harán sus días de largos?
¿Cómo se harán de largas sus horas
paseando y paseando?
Siempre tirantes las riendas,
muerto de sed,
y aun cuando descanse breves momentos,
cansado.
Con calor excesivo sobre su lomo,
tras el esfuerzo, sudando.
Sin poder cerrar los dientes
por más que mastique el bocado...
¡Qué largos le son los días!
hasta que en la noche
cuando llegue al establo,
pueda beber y dormir
en pié, como duermen los caballos...
Sin embargo, hoy está orgulloso.
A su paso, oyó hablar a una niña:
-¡papá qué bonito ese caballo...!
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