Dentro de unos días, concretamente el 16 de julio, se cumplirán 787 años de la batalla de las Navas de Tolosa, ocurrida en esa fecha del año 1212. Ella, contrapesó el desastre de Alarcos y abrió para los cristianos Al Ándalus. Intervinieron en ella, personajes importantes de su época, cambiando el signo de la dominación musulmana en la Península Ibérica. Tuvo el rango de Cruzada que declaró el Pontífice reinante, a la sazón Inocencio III, por lo que a ella en el campo cristiano, se sumaron órdenes militares: Templarios, Calatrava, Santiago y Malta; aventureros de más allá de los Pirineos, Obispos franceses y el de Toledo, Ximenez de Rada, Nobles como don Diego Lope de Haro, señor de Vizcaya y su hijo, así como Reyes de distintos estados. Asistió personalmente, el de Castilla, a la sazón Alfonso VIII, rey tolerante sin odios raciales -hay un romance sobre sus amores con la bella judía llamada "la Fermosa"- que olvidó las rencillas con Alfonso IX de León (padre del luego san Fernando) y Sancho "el fuerte" de Navarra. Enviaron tropas a esta coalición, Pedro II de Aragón y Alfonso II de Portugal, así como el referido Alfonso IX de León.
Frente a ellos, la fé intransigente de los almohades, en guerra santa, al frente de la cual, estaba el califa Muhamad ibn Yacub al Nasir, nacido en Sevilla en el año 1179. Su ejército, venido de Marruecos, estaba constituido por una multitud de soldados de infantería, así como de una caballería ligera, con la variante de jinetes ágiles y rápidos originarios de Turquía, expertos en el manejo de un pequeño arco muy manejable, que usaban con gran precisión. El Califa, llamado también Miramamolín, sentó sus reales al Noroeste de la hoy provincia de Jaén, situando su tienda rodeada de una guardia totalmente adicta, constituida por combatientes que se encadenaban unos a otros para no poder retirarse y que incluso se semienterraban hasta la cintura, defendiendo a su jefe hasta la muerte. Esta guardia especial, se llamaba Imesebelem, defendiendo al Califa hasta las últimas fuerzas. Los combatientes, podían cifrarse en unos cien mil para los musulmanes y unos sesenta mil para los cristianos. después de varias escaramuzas, comienza el ataque y tras largas horas de lucha, el rey de Navarra, consigue adentrarse en el cerco que defiende al Califa, destrozando sus defensas. La mortandad es enorme y la imaginación popular se dispara, haciendo incluso ver al Apostol Santiago, en el cielo, a lomos de un caballo blanco. La victoria es clara para los cristianos, que posteriormente la consolidan conquistando numerosas localidades fronterizas ante la huida de los supervivientes musulmanes.
De este hecho de armas, que salda el desastre de Alarcos, del año 1195, se obtiene un enorme botín, entre los que se encuentran la bandera del Miramamolín que ilustra este breve escrito y que se conserva en el Monasterio de las Huelgas Reales de Burgos y la representación del escudo de Navarra, en el que se observan cadenas, en recuerdo del hecho realizado por su Rey Sancho el Fuerte. Curiosamente, la victoria de Alarcos sobre Alfonso VIII, la obtuvo el padre del Miramamolin, esto es Abu Yusuf Al Mansur.
Parece como si la batalla de las Navas de Tolosa, hubiera sido el centro importante en el que convergieran las vidas de los distintos reyes y otros personajes, pues pocos años después, murieron: Pedro II de Aragon y el Califa Muhamad Ibn Yacub al Nasir en 1213, Alfonso VIII en 1214 y el Papa Inocencio III en 1216. Alfonso IX de León, viviría hasta 1230, Alfonso II de Portugal hasta 1233 teniendo tiempo para que el Pontifice siguiente Honorio III le excomulgara. Sancho el Fuerte de Navarra falleció en 1234.
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