Ahora.

Iba en el metro y durante el recorrido entre varias estaciones, escuché la conversación de dos personas, que sin preocuparse demasiado de que las oyeran, iban expresando diversas opiniones sobre: diciembre, Navidad, gastos especiales, los niños que tenían, sus maridos, así como otros temas habituales y otros menos corrientes; enfermedades de sus familiares y propias, previsiones y un sin fín de ideas y cosas, en las que parecían tener una misma forma de ver las cosas.

Hacia el final de mi trayecto, pareció surgir una ligera diferencia entre ellas:

-Estoy cansada, Charo. No sabes lo cansada que estoy de todo. Tengo encima, como una montaña que no acabo de subir nunca y ademas, me siento mayor.
-Yo estoy como tu, pero me acuerdo de mi padre, que siempre decia que la diferencia entre una persona mayor y otra que no lo era, estaba en que la primera, hablaba de recuerdos y la joven de esperanzas...
-Es verdad, pero tambien triste, porque si te digo la verdad, casi no tengo esperanzas.
-No digas eso, la esperanza siempre hay que tenerla, aunque lo que se espere no sea del todo grato. Es el futuro, en cambio los recuerdos, son pasado.
-Ya, pero con estas fiestas proximas...
-Con estas fiestas, alegria y esperanza para los que nos rodean y sólo recuerdos amables -pero no tristes- para los que ya no están.
-Qué fácil lo ves tú.
-Charo, piensa. ¿Mejoras en algo las cosas por ser tan pesimista?
-No, pero tu crees que la solución es seguir creyendo en los cuentos de hadas?

Llegué a mi parada y antes de apearme del trén urbano, las miré con una cierta comprensión en mi mirada, sopesando las posturas de ambas...
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2 comentarios:

Nerina Thomas dijo...

Bello relato amigo. Como todo lo que brindas.
Te abrazo desde Argentina!!

Jaclo dijo...

Gracias por tu grata visita, Nerina.
Saludos