En el bello patio "de las Doncellas",
de los Alcázares de Sevilla,
dentro del Palacio de Pedro I,
quedaba una vez más
admirado
ante tanta armonía.
Arcos lobulados,
yeserías,
pequeños naranjos en un suelo
mas bajo, junto a la
central acequia,
paz, sosiego, belleza indefinible
y la historia que se palpa
a cada instante en la mirada
perdida...
Paré mis ojos en una tallada
puerta
y su labrada madera,
pareció que reflejaba mi mirada,
contestando a mis preguntas mudas...
¡Si yo te contara!
parecía decirme...pero...
Una nueva invasión de "bárbaros"
se abatió sobre el precioso patio,
con sus pantalones cortos
y sus voces extemporáneas.
No llegaron a iniciarse las confidencias
y salí del entorno,
que a pesar de aquella ola
inculta, impresentable y voceadora
que había ocupado
-afortunadamente por breve tiempo-
el lugar encantado.
Otro día, volveré tranquilamente
y posiblemente la puerta me cuente
una ínfima parte de lo mucho
que ha visto desde que a sus goznes
la fijaron.
Es mi esperanza...
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2 comentarios:
Siempre me invitas a viajar y el paseo es placentero, dinámico con tu descrpción. Y ello me llena de orgullo.
Un abrazo
Gracias, Nerina.
Hacía días que no te leía y de nuevo tengo esa grata sorpresa.
Saludos.
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