Cuando te veo,
en un rincón de la obra,
poco aseada,
con restos de la pintura que
tuviste.
Generalmente en colores oscuros,
batiendo y mezclando sin cesar:
arena, cal y cemento y
uniéndolo todo;
agua.
Me pregunto con qué simpleza,
armonizas el conjunto,
al que dotas de:
firmeza, estabilidad,
y sequedad estanca.
Tan solo batiendo,
tan solo girando,
tan solo...
-que no es tan poco-
limando asperezas
y creando una alianza,
en la que dispares elementos,
se confieren
recíprocamente
sus utilidades mas claras,
dotando al conjunto,
-que por separado, no era
casi nada-
de una nueva forma
de mayor importancia...
Y vuelvo a preguntarme:
¿Se podrá inventar de alguna manera,
una hormigonera humana?
Una en que se alumbre
-sin anular a nadie,
sin despreciar nada-
una nueva persona
que sea la amalgama
de las posibilidades,
que pueda aportar
por separado
cada alma?
¿Una, en que el blanco,
amarillo o negro,
sea siempre admitido
careciendo de importancia?
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