Apoyando los codos
en la barra del bar,
oía, entrecerrados los ojos
la sucesión acompasada
de la conocida melodía.
Sus notas me traían:
recuerdos,
palabras,
sensaciones,
promesas quizá incumplidas,
desasosiego
y temblores internos
que no salían al exterior...
Estaba solo
y prefería que así fuera
en este momento,
porque si ella me hubiera preguntado entonces,
qué sentía,
a pesar de dolerme de inmediato,
le habría mentido
y tras contestar: "nada",
mi boca habría agregado quizá:
"qué buenos bajos tiene esta cadena"...
Porque no es justo,
percibir con los oidos de hoy,
la melodía invariable
que escuchaste
en un ilusionado ayer...
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3 comentarios:
Al ayer, carpetazo. Si no, no paramos de sufrir.
Un beso.
Buena política es esa, Arantza. Gracias por tu opinión y por el seguimiento.
Otro para tí.
Lo pasado ya se marchó. A cerrar co candado mejor y las llaves a tirarlas al mar.
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